Las personas que se trasladan entre islas por motivos médicos no gozan de medidas específicas de seguridad en los vuelos comerciales

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Compartir fila en el avión en tiempos de pandemia se ha convertido en un motivo de preocupación. A pesar del uso de la mascarilla, difícil de mantener en un trayecto largo como los transatlánticos que han protagonizado los últimos casos de contagios en Menorca, la distancia es la medida de seguridad básica para evitar la covid-19. Pero no es posible ni obligatoria en las aeronaves. El debate se zanjó en mayo, cuando tras la tensión vivida en un vuelo lleno de Madrid a Canarias, la Comisión Europea eximió a las aerolíneas de dejar asientos libres en los aviones como precaución. La delicada situación económica que pasaron las compañías aéreas con el estado de alarma motivó en buena parte esa decisión.

El viaje de Mallorca a Menorca es corto, pero entre los pasajeros se encuentran personas en situación vulnerable, como aquellas que han pasado por un tratamiento o una operación en el hospital público de referencia, Son Espases. No hay para ellos más opción que trasladarse de regreso a casa en un avión comercial, en el que comparten habitáculo con el resto de pasajeros e incluso –y ahí juega la fortuna–, la hilera de asientos. Así le ocurrió a unos padres que volaron el pasado día 16 junto a las personas que, procedentes de otro vuelo de Bolivia, dieron positivo por covid-19 en las pruebas serológicas. Con estos padres viajaba su hijo que había tenido cita médica en Palma. Ambos han alzado la voz en redes sociales para comentar su caso y al mismo tiempo criticar la poca agilidad en la búsqueda de contactos estrechos de sospechosos de covid que comparten medio de transporte, como fue su caso, ya que ellos mismos avisaron a los servicios urgentes 061 y 112.

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Este diario ha querido conocer si existe un protocolo específico para los pacientes que viajan de las islas menores a Mallorca para recibir asistencia sanitaria, pero esas medidas concretas, como sería aconsejar que exista un asiento libre junto al paciente vulnerable, no existen. Es algo que queda en manos de las aerolíneas y que durante el estado de alarma y los momentos más duros del confinamiento no resultó un problema porque los aviones operaban casi vacíos, pero en la actualidad, superada la tercera fase y en transición hacia la normalidad, empiezan a estar llenos de viajeros.

Coincide además con el hecho de que la actividad sanitaria se está reactivando y comienzan a recuperarse citas y revisiones en los hospitales, y con ello, los traslados entre islas por motivos médicos.

Joana Torres, delegada de la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de Balears (Aspanob) en Menorca, afirma que los pequeños con un diagnóstico complicado «se han quedado confinados en los pisos de Palma» y en algunos casos se trasladaron en avión ambulancia. «Si los enfermos de Asamdib nos han pedido consejo y el traslado era urgente e inaplazable les hemos dicho que extremaran las medidas de seguridad», esto es, usar las mascarillas de máxima protección que, recuerda, las han comprado las asociaciones sin recibir ayuda para ello. Torres confía en que el avión es seguro porque el aire se renueva cada dos o tres minutos, aunque también desliza que si actualmente el aforo en comercios es de un 75 por ciento por qué en los aviones ha de ser del 100 por ciento cuando el virus «no se ha ido».