La llegada del cable ha permitido reducir el ritmo de generación en la central del puerto y en consecuencia sus emisiones contaminantes. | Gemma Andreu

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La entrada en funcionamiento el pasado 15 de de junio del nuevo cable eléctrico de interconexión entre Menorca y Mallorca, además de terminar con el aislamiento eléctrico de la Isla y darle mayores garantías de suministro, está permitiendo que la central de Maó reduzca su producción y en consecuencia emita menos gases de efecto invernadero a la atmósfera. A la espera de que se publique el registro oficial de emisiones, un dato anual que se conocerá en 2021, las cifras de la bajada de producción de la térmica del puerto ya permiten estimar que en julio y agosto la contaminación se redujo un 21,4 por ciento y un 20,7 por ciento respectivamente.

Durante el mes de junio ya se empezó a notar la reducción de generación en la central, aunque en los primeros días el cable no funcionó al nivel normal. Cuando se ha empezado a percibir el efecto que tiene el enlace ha sido en julio y agosto (los últimos meses con estadística). En julio la demanda eléctrica de Menorca (el consumo) alcanzó los 43.239,7 MWh (megavatios hora), de los que 7.361,5 MWh, un 16,8 por ciento, llegaron a través de la conexión submarina. En agosto el consumo se elevó hasta los 50.239,9 MWh, el 17,27 por ciento a través del cable.

Tomando como referencia el índice de emisiones de C02 por tipo de combustible que publica Red Eléctrica de España, situado para el caso del fueloil y el gasoil en las 0,799 toneladas de CO2 por megavatio generado, se estima que para cubrir la demanda eléctrica sin cable la central tendría que haber emitido alrededor de 13.000 toneladas de CO2 más. Dicho de otra forma, la bajada de producción ha provocado un descenso de emisiones considerable.

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Cierto es que lo que se deja de emitir en la central de Maó porque llega a través del cable también provoca un incremento de producción tanto en Mallorca, como en el conjunto de la Península, a través del cable, pero también hay que tener en cuenta que, mientras la central de Maó opera con dos de los combustibles más contaminantes, el fueloil y el gasoil, en Mallorca, donde el uso de carbón se ha reducido mucho y reinan las centrales de ciclo combinado, la generación es menos contaminante.

Además hay que tener en cuenta el importante peso específico que tiene la conexión entre Mallorca y la Península (en septiembre el 28,7 por ciento de la demanda eléctrica balear) y que en la Península la penetración de energías renovables es mucho mayor que en el archipiélago, rondando el 40 por ciento. Dejar de producir en la central térmica de Maó para hacerlo en otros lugares supone una clara mejora medioambiental.

Cabe tener en cuenta que las cifras de generación que se están registrando este año son del todo anómalas por el efecto de retracción del consumo eléctrico que están teniendo las medidas para hacer frente a la pandemia. Valga a modo de ejemplo lo ocurrido en los ocho primeros meses del año, cuando el acumulado es de 254.302,7 MWh, cuando en el mismo periodo del año pasado la cifra fue de 341.783,4 MWh, una caída del 25,6 por ciento. El descenso de emisiones es de unas 65.000 toneladas de C02.