Si el aeropuerto ya acusaba una gran estacionalidad, la irrupción de la pandemia la ha hecho más evidente | Josep Bagur Gomila

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Menorca afronta la temporada baja con peor conectividad aérea en mucho tiempo. A los problemas endémicos que la Isla arrastra con el transporte aéreo en invierno, se suma la crisis de demanda que vive el sector aeronáutico a propósito de la pandemia del coronavirus. La consecuencia es que la oferta invernal de vuelos en el Aeropuerto de Menorca se ha reducido prácticamente a la mitad en relación al año pasado. Y ni tan siquiera las programaciones de las aerolíneas son fiables, teniendo en cuenta que esa baja demanda puede conllevar cancelaciones y que estas pueden multiplicarse en el caso de que las comunidades autónomas con las que existe conexión directa –Catalunya, Madrid y Valencia– decidan prohibir las salidas y entradas no justificadas a su territorio, como permite el nuevo real decreto de estado de alarma.

Prueba de la volatilidad de las conexiones aéreas en tiempos de coronavirus es que a las puertas del inicio de la temporada aeronáutica de invierno, que arranca a finales de octubre y se extiende hasta finales de marzo, desde Aena no cuentan ni esperan contar con la clásica previsión de plazas, algo nada habitual. No obstante, observando las programaciones de las compañías y comprándolas con las que anunciaban hace un año basta para observar el significativo descenso de vuelos que se va a registrar este invierno.

El pasado invierno –hasta la irrupción de la pandemia en el mes de marzo– el Aeropuerto de Menorca mantuvo rutas directas con cinco aeropuertos, cuatro españoles (Barcelona, Palma, Madrid y Valencia) y uno internacional (Londres). Entonces operaban cinco compañías, aunque tan solo existía competencia en dos rutas, Palma y Valencia. La situación no era para tirar cohetes, pero el refuerzo de plazas ordenado por Vueling con Barcelona y por Air Nostrum con Palma, la entrada en vigor de la nueva Obligación de Servicio (OSP) a Madrid y la entrada de Ryanair en la ruta con Valencia hicieron que el número de frecuencias (vuelos de ida y vuelta) semanales ascendiera en el arranque de la temporada baja hasta las 120.

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Este año la conectividad es muy inferior. También las ganas y posibilidades de viajar. El número de frecuencias semanales se ha reducido a poco más de 60, si no obra un milagro se va a perder la ruta internacional –la que debería operar por contrato público Easyjet con dos frecuencias semanales– y el número de vuelos programados con las principales rutas, Barcelona y Palma, se ha reducido notablemente. Por otra parte, la situación de monopolio que viven algunas de esas rutas, el caso de Barcelona es el más flagrante, ha empeorado.

Aún menos competencia

Air Europa no programa vuelos en la OSP interislas, que queda solo en manos de Air Nostrum, por lo que en la práctica solo tres compañías (dos de ellas del mismo grupo empresarial) operaran con Menorca. La que rompe la norma es Ryanair, aunque lo hace muy tímidamente, manteniendo esa doble frecuencia semanal los lunes y los viernes con Valencia. Todo ello hasta nueva orden, ya que las compañías, apuradas por problemas financieros, toman decisiones repentinas en función de la evolución del mercado, muy sensible a la evolución epidemiológica. He ahí uno de los motivos que hacen imposible que se puedan cerrar previsiones de programación para el invierno.

La programación de vuelos podría incluso reducirse si, como prevé el real decreto de estado de alarma, gobiernos autonómicos como el catalán o el madrileño (ni que decir el balear) deciden cerrar fronteras y prohibir las entradas y salidas que no estén debidamente justificadas por motivos sanitarios, de trabajo o fuerza mayor. Algunas autonomías como Asturias y Aragón ya anunciaron ayer el cierre perimetral. Otras como Madrid lo están estudiando y precisamente Catalunya ha sido desde que empezó la pandemia de las que más han demandado el cierre. La presidenta del Govern, Francina Armengol, descarta de momento hacer uso de unos poderes que también le permiten confinar alguna de las islas. No obstante cabe tener claro que un mínimo de vuelos de servicio siempre se mantendrán, aunque sea acudiendo a licitaciones públicas como ocurrió en marzo.