Los pacientes oncológicos temen los retrasos porque saben que el tiempo juega en su contra. Viven la pandemia con especial miedo, por un lado al contagio y por otro a que su enfermedad avance mientras el coronavirus está en el foco de la atención sanitaria. | R.U.

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Inseguridad, miedo a que su enfermedad avance mientras la covid-10 acapara la atención sanitaria, y ansiedad ante cambios de especialistas y llamadas de seguimiento que se retrasan o no llegan, a menos que insistan. Son las emociones que transmiten pacientes oncológicas que se han unido en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Menorca. Son testimonios de mujeres que viven la pandemia no solo con temor extremo al contagio, «con las defensas por los suelos y pánico a coger un catarro, limpiando pomos de las puertas, evitando hasta el contacto con la familia», sino que además ven con mucha inquietud cómo la emergencia del coronavirus está pasando como una apisonadora sobre el resto de dolencias. Pese a que las intervenciones oncológicas son prioritarias, los pacientes echan en falta el diagnóstico precoz y el seguimiento de su situación médica.

«No me llaman» es la frase que más se escucha en las salas de espera del hospital, comenta Inés (nombre ficticio, ya que prefiere mantener su anonimato). A ella le diagnosticaron un cáncer de mama en una revisión rutinaria y la intervención llegó dos meses después, en el verano de 2019, la pandemia ni se esperaba; luego pasó por la quimioterapia y cuando se sometió a radioterapia ya estaba el país confinado. «Durante el tratamiento hay mucho control pero luego es como que ya estás libre, te despachan, sin embargo, estos son momentos muy delicados, estás intranquila, cuando te duele o tienes un problema, llamas al hospital y hay poco acceso a los médicos», explica.

La barrera telefónica es la voz de una administrativa que escucha queja tras queja y que «te envía a tu médico de cabecera para que te pida una cita preferente, que puede tardar cinco semanas, o te aconseja ir a Urgencias, donde no hay oncólogo, además, ¿cómo vamos a ir a Urgencias con la pandemia?», se cuestiona. En mayo terminó la radio, y pese a que sus indicadores tumorales han salido bien, «aún espero a que me hagan un TAC para ver si hay alguna otra parte de mi cuerpo afectada, la verdad, estoy intranquila, en el cáncer todo depende de la rapidez en la detección y la intervención», resume. Otra mujer ha vivido una situación similar. Con cáncer en el aparato reproductivo, el diagnóstico fue rápido, ya en plena pandemia, mayo de 2020, pero la intervención en Son Espases tardó dos meses, un tiempo demasiado largo. «La atención es buena, no se mira en pruebas, pero hasta que llega hay muchos nervios y ansiedad» explica esta paciente oncológica, quien también se reserva su identidad. Nerea (nombre ficticio) atraviesa ahora el proceso de la quimioterapia, se centra en superar el cáncer pero también en qué pasará después, «no me han dicho cómo será el seguimiento, sé que en otras comunidades por ejemplo es a los tres meses, pero me temo que haya retrasos», se lamenta, «te ponen en preferente pero no llaman, para un TAC son cinco semanas, tengo ansiedad, miedo a que una vez pasado todo se reproduzca». Con el cáncer, explica, el miedo se convierte en un compañero «que siempre va por delante y te limita».

Una queja reiterada de estas pacientes es el cambio de oncólogos, lo que lleva a perder el vínculo que se crea con su médico, «es una relación especial, estás muy frágil cuando te diagnostican un cáncer», aseguran, y sobre todo necesitan el contacto, la presencia física de su oncólogo, que les da confianza.

Confianza es precisamente lo que le falta a Blanca (nombre ficticio), quien pasó por un cáncer de mama en 2016 y ahora es una paciente en seguimiento oncológico. Tras dos años y medio de operaciones y tratamientos, en noviembre de este año tenía una cita para control que le han cambiado varias veces. «A la tercera me dan la nueva cita pero con una oncóloga que no es la mía, todo esto me genera inseguridad, no estoy tan confiada como antes», explica. Durante el confinamiento tuvo un problema, acudió a Urgencias, «me atendieron bien, luego me derivaron a la cirujana plástica, me dijeron que me llamaría, no llamó, tuve que llamar yo dos veces más, entonces sí, me atendió y tuve una cita presencial». Pero hay que insistir, y la sensación es que «tu caso se atasca, tengo esa sensación y me genera inquietud». Como formó parte de un ensayo clínico en Son Espases ha solicitado que le vuelvan a hacer el seguimiento desde el hospital de referencia.

Todas ellas lidian además con temas laborales, gestiones que encuentran un muro telefónico en la Seguridad Social para tramitar bajas o incapacidades. «Es imposible contactar», afirman en la AECC, a la que todas ellas están agradecidas, por su labor y el apoyo que presta.