La pretensión del equipo de gobierno del Consell es que el campo incorpore las nuevas actividades económicas que demanda desde hace algunos años, aunque sin alterar el equilibrio necesario con la preservación del paisaje y el patrimonio.

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El nuevo Plan Territorial Insular, resultado de la revisión del aprobado en 2003, flexibiliza las actividades permitidas en el suelo rústico, así como las condiciones para la reforma o cambio de uso de las edificaciones existentes. La intención de estas modificaciones es atender las demandas de los propietarios y profesionales del campo, sin alterar el equilibrio con la preservación del entorno fijado hace ya 17 años, según indicó ayer el equipo de gobierno del Consell en la presentación de las líneas maestras del documento que se pretende aprobar de forma inicial en el pleno del 21 de diciembre.

El PTI incorporará la figura de las agroestancias de hasta seis plazas en edificios de suelo rústico que ostenten el uso residencial. Asume así el plan una figura que ya recoge la Ley Agraria autonómica de 2019. Además, el documento contempla la posibilidad de que las fincas con la actividad agraria como principal ejerzan como restaurantes, sin que tenga que estar este negocio vinculado a un agroturismo o hotel rural, como sucede en estos momentos con condiciones. Estos últimos podrán, de forma general, abrir sus comedores al público no alojado. Los restaurantes en fincas sin alojamiento vinculado podrán tener un máximo de 50 plazas, los agroturismos el doble de sus huéspedes y los hoteles rurales, un 50 por ciento más.

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