Xavier Carné, en las tertulias del Ateneu de Maó | MANOLO BARRO

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Aunque disfruta de su jubilación en Binibeca, el doctor Xavier Carné pasó gran parte de su trayectoria profesional en la Agencia Española del Medicamento, organismo que evalúa y autoriza la comercialización de fármacos. Durante su carrera profesional,    trabajó en la vacuna contra la malaria cuyo proceso de revisión duró 28 años, una eternidad en comparación a los nueve meses que se tardó en sacar la vacuna contra la covid-19. «Que fuera tan rápido y bien es uno de los logros de la humanidad moderna», declara. El doctor Carné, que también fue jefe del Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Clínic de Barcelona, atribuye la aceleración del proceso a dos grandes factores: que los laboratorios farmacéuticos ya disponían de tecnología avanzada que solo tuvo que adaptarse para desarrollar el antídoto contra la covid, y que al tratarse de un problema de una gran urgencia a nivel mundial se destinó una ingente cantidad de dinero.

Efectos secundarios

La lista de efectos secundarios que supuestamente derivan de esta inmunización es larga. Entre los más sonados, la trombosis o las alteraciones de la menstruación, perjuicios, según Carné, «de poca relevancia» y defiende: «Siempre hay efectos secundarios, desde el dolor en el brazo después del pinchazo hasta dolor de cabeza, vómitos... pero si un comité ético ha concluído que esa vacuna puede comercializarse es que hay más provechos que riesgos». «El beneficio de esta vacuna - añade - es infinitamente mayor y lo demuestra la disminución de la curva de la mortalidad». Explica que el sistema nacional de farmacovigilancia vela para adoptar medidas en caso oportuno aunque, tal y como explica, difícilmente pase con alguna vacuna contra la covid-19.

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Carné, que también fue miembro del Comité de Bioética de Catalunya, desmonta los argumentos de los colectivos ‘antivacunas’ a quienes tacha de «egoístas»: «Intentan negar la evidencia científica, se trata de un colectivo que está más presente en los países ricos porque es donde se les permite beneficiarse de la inmunización del resto de la comunidad, que actúa también como barrera de transmisión del virus». Define la actitud de los negacionistas de «ignorancia supina» lo que provoca, dice, que los gobiernos tengan que obligar a la población a vacunarse, como en el caso de Austria, «cuyo porcentaje de aceptación de la vacuna era muy bajo».

El Doctor en Medicina fue el invitado de la tertulia de ayer del Ateneu de Maó, donde habló precisamente sobre «Cómo se evalúan los medicamentos y las vacunas». Todos los medicamentos se someten al mismo procedimiento, cuya primera fase se basa en un estudio de laboratorio con animales evitando el contacto con personas. El fármaco habrá superado la prueba si se puede demostrar su eficacia ante la agencia correspondiente (que en el caso de España, es la Agencia Española del Medicamento). Un comité ético, formado por expertos independientes a la investigación, evalúan los protocolos y las medidas de seguridad.

En la segunda fase de revisión, se prueba en personas con la respectiva patología, o si es el caso de de una vacuna preventiva, se prueba en un centenar de personas en ensayos clínicos controlados con el fin de detectar algun marcador que indique que se va por buen camino. En la tercera etapa de revisión, el fármaco se administra al 50 por ciento de la muestra y a la otra, placebo, y se valora si los resultados son diferenciales. Por último, la Agencia Europea hace una evaluación completa del proyecto y si sale favorable, lo aprueba para su correspondiente comercialización.