Ejemplares de Cystoseira crinita, uno de los indicadores de la calidad de las bahías, en Calesmorts. | David Carreras/Obsam

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La Fundació Marilles, de la mano del Obsam y con la financiación de la entidad suiza Fondation Primat, trabaja ya en un proyecto para el estudio y la recuperación de las bahías poco profundas de Balears, iniciativa cuya primera fase se desarrollará en Menorca durante tres años. Se han incluido en este programa, entre otras, el puerto de Maó, Fornells, Addaia y Sanitja.

«Las bahías poco profundas son espacios muy frágiles que se han ido degradando», explica Aniol Esteban, director de Marilles. Al disponer de poca agua, cualquier perturbación afecta su gran variedad de especies y, al estar resguardadas, son proclives a acoger actividad humana. La urbanización, las especies invasoras, la contaminación del agua vertida, son otras amenazas.

En este contexto, Esteban comenta que «en Menorca hay algunas en buen estado de conservación, tal vez casos únicos en el Mediterráneo», como consecuencia de haber contenido el desarrollo costero. De aquí que se haya optado por empezar por la Isla. La doctora en Biología Marina Marta Sales, del Obsam, comenta que «es un buen momento para iniciar este proyecto», puesto que las bahías poco profundas más emblemáticas, salvo el puerto de Maó, están bien preservadas, «su estado es envidiable, aún estamos a tiempo de conservarlas». Han recibido el impacto de la actividad humana «con cierto equilibrio».

El director de Marilles afirma que el objetivo final es «exportar el proyecto más allá», a una docena de bahías poco profundas del resto de Balears, para lo cual se requiere más financiación. La fundación ha propuesto esta, y otras acciones de preservación del medio marino, como posibles beneficiarias de la llegada de los fondos europeos.

«La recuperación de estas bahías generará importantes beneficios que podrán ser disfrutados por residentes y turistas», comenta Esteban, quien destaca la importancia de explicar bien el desarrollo del trabajo y lograr la implicación decidida de los agentes locales,«que lo vean como un activo que revalorizará cada una de estas zonas».

El proyecto tiene diversos niveles. Primero, se evaluará el estado de conservación de las bahías y determinará su óptimo potencial ecológico.A partir de este punto, se definirán un plan de medidas que sería recomendable implantar por parte de científicos y administraciones para mejorarlas. Desde Marilles advierten que muchos de estos lugares están en zonas protegidas, pero carecen de planes de gestión. Posibles acciones serían aumentar la calidad del agua vertida al mar, regular presiones como los fondeos, incluso con algunas pequeñas zonas muy concretas sin pisada humana por un tiempo, o retirar estructuras existentes no utilizadas como muertos. Marta Sales explica que la primera opción es siempre conservar, con restauración de especies solo si es necesario, posible y oportuno. El Obsam tiene experiencia acumulada en replantar algas marinas, por lo que se estima ahora mismo algo más factible que la reintroducción de los peces.