El visitante nacional sale menos y cuando lo hace raciona su gasto debido a los efectos de la altísima inflación.  | Josep Bagur Gomila

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No es solo una sensación sino que los responsables de sectores patronales lo atestiguan. La presión turística ha disminuido este mes en la Isla por el receso del gasto a cargo del visitante nacional, inquieto por el aumento de la inflación hasta el 10,2 por ciento, el nivel más alto que sufre España desde hace 37 años, lo que castiga sobremanera el poder adquisitivo de los consumidores. Eran tantas las expectativas que apuntaban a la saturación de Menorca durante los meses punta de la temporada pospandémica, que al menos en julio no está sucediendo así por estos motivos.

La campaña estival, en todo caso, continúa transitando sobre ruedas. La ocupación hotelera está en torno al 95 por ciento este mes, y todos los profesionales de la industria turística trabajan al ritmo anterior a la irrupción del coronavirus. Es tan sencillo como concluir que ha regresado la normalidad turística pero los visitantes españoles, principalmente, que el año pasado vinieron y recorrieron la Isla en masa,    playas y restaurantes, en especial los de los núcleos urbanos y no los de las urbanizaciones, en este 2022 han racionado su presupuesto por el impacto de la subida de los precios.

De esta forma hay menos movimiento lo que reduce la presión en todos los órdenes. El turista nacional ha conseguido su propósito que era viajar y darse unas vacaciones, pero una vez en el destino, ante la incertidumbre de la economía y las crisis que la sobrevuelan, opta por acomodarse a un dispendio mucho más ajustado en previsión a lo que pueda suceder a corto plazo.

Así, la carretera general, por ejemplo, no ofrece la misma imagen desbordante de antaño, hay coches de alquiler disponibles en este mes de julio, lo que parecía complicado en las previsiones que se hicieron en primavera, y reservar para comer o cenar en los restaurantes más afamados de este territorio ya no es un ejercicio tan difícil como lo fuera antaño.

El coste del combustible es otra de las razones que ayuda a explicar que haya menores desplazamientos en el territorio insular. «Desde que pasó Sant Joan se nota que no hay esa saturación en las vías interurbanas que sí tuvimos el año pasado», indican desde Tráfico.

Es en el gasto medio diario donde se comienza a apreciar más la diferencia porque se halla un 8,7 por ciento por debajo del de 2019, el año anterior a la pandemia. En cambio, hasta mayo al menos, el gasto medio de los turistas extranjeros en relación a sus vacaciones en la Isla ha crecido en números absolutos porque están viniendo más, y a nivel individual gastaron una media diaria de 163,22 euros, casi un 5 por ciento más que en 2019.

«Al final puede haber sorpresas»

«Menorca ha vuelto a la normalidad, vamos bien pero no seguimos en la euforia que parecía que iba a mantenerse todo el verano», apunta José Bosch, presidente de los restauradores de la Isla. Es difícil dar datos concretos sobre el descenso del gasto medio por comensal en la restauración, «cada casa es un mundo, pero aunque tenemos la misma gente, se factura menos y puede haber sorpresas a final de temporada», señala Bosch.

Ese regreso a la normalidad anuncia un equilibrio entre los negocios de las urbanizaciones y los de los núcleos urbanos, cuando el año anterior fueron estos los que superaron con creces a los de playa debido a la mayor presencia del turista nacional y al receso del mercado británico en los hoteles de la costa.

El aumento del coste de los productos que se sirven a los clientes puede pasar factura, «lo urgente del día a día nos oculta lo importante porque todo sube y habrá que hacer números al final», añade el restaurador.

Los pinchazos sobre Menorca, como destino turístico en los portales especializados, además, habían subido como la espuma mucho antes del inicio de la temporada, según los estudios bigdata que manejan los empresarios hoteleros, pero tras estabilizarse durante unas semanas, la gráfica ha comenzado a descender.

Se suceden las cancelaciones dada la flexibilidad para hacerlo en hoteles y empresas del sector turístico, y las reservas más recientes no llegan a cubrir estas bajas.

Lo mismo sucede con las empresas de alquileres de coches. La gente se ha asustado, apuntan algunos empresarios del ramo, de ahí que haya desistido de este gasto y opte por la alternativa del transporte público o por pasar más tiempo en el entorno del lugar donde veranea.

Faltan diez días de julio y el mes vacacional por excelencia, agosto, para confirmar esta vuelta a la normalidad con menor presión turística de la que se preveía.