Vista de la central térmica del puerto de Máo. | Josep Bagur Gomila

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La conexión de una gran batería a la red eléctrica de Menorca –algo que no tiene precedentes en el sistema español– tendrá un efecto inmediato sobre el mix de generación de la Isla, sus niveles de emisiones contaminantes y los costes de generación para el sistema eléctrico. La existencia de un elemento más integrado a la red de transporte en alta tensión permite al operador del sistema, Red Eléctrica, incrementar de forma muy sustancial la cantidad de energía que envía a través del cable eléctrico submarino Menorca-Mallorca.

Este cable, inaugurado en verano del año 2020, tiene una capacidad máxima de transporte de 100 megavatios (MW); sin embargo, se opera en estos momentos a entre 20 MW y 30 MW. Las razones tienen que ver con la seguridad del suministro y también con el alargamiento de la vida de la infraestructura. Hay que tener en cuenta que el operador debe velar por la estabilidad del sistema. Si opera el cable a una gran potencia corre el riesgo de que las fuentes de generación propia de la Isla no puedan cubrir esa potencia en caso de avería.

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Instalar un sistema de almacenamiento de 50 MW aporta tranquilidad al operador a la hora de incrementar la cantidad de energía que se suministra a la Isla por el enlace submarino. Si este deja de funcionar ya no solo tendrá la central de Maó para cubrir la demanda, sino también una batería que puede cubrir al menos parte del consumo eléctrico durante un tiempo determinado. Serán 45 minutos si la batería vuelca a la red a máxima potencia, pero ese tiempo se prolonga si las necesidades son menores, igual que una batería de una bicicleta se agota antes si se activa al máximo.

Más potencia

El delegado de Red Eléctrica en Balears, Eduardo Maynau, explicaba ayer que, cuando se instale la batería, el cable submarino existente se podrá operar a entre 60 MW y 80 MW de potencia, más del doble que ahora. En estos momentos el cable submarino está aportando alrededor del 15 por ciento de la energía que consume Menorca, reduciendo en la misma proporción las necesidades de generación de la central. Con la batería, la aportación del cable superará el 30 por ciento, por lo que la producción de la térmica se reducirá otro 15 por ciento. Los beneficios son medioambientales, con un descenso de las emisiones contaminantes en la central de Maó, una de las más contaminantes de España, y también económicos, con un ahorro estimado de 20 millones de euros al año por el combustible que se dejarán de comprar para su funcionamiento.