La comitiva formada por representantes de Autoridad Portuaria de Balears y los administradores judiciales de Trapsayates recorriendo este jueves los pantalanes del Moll de Llevant. | Gemma Andreu

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Pasaban ocho minutos de las diez de la mañana cuando en las oficinas de Trapsayates en el Moll de Llevant se firmaba el acta de entrega de llaves de los amarres más codiciados del puerto de Maó. Una concesión millonaria que se ha venido explotando en precario en los últimos cinco años: a pesar de que la Autoridad Portuaria de Balears revocó la autorización a esta empresa en diciembre de 2017, una maraña de recursos y apelaciones judiciales han impedido que el desalojo se hiciera efectivo hasta este jueves. Y todavía, avisan, falta el pronunciamiento del Tribunal Supremo sobre la caducidad de la concesión.

Una vez firmada la entrega de llaves, la comitiva formada por representantes de los administradores judiciales de Trapsayates -Paulino Pérez y George Lumby- y de la Autoridad Portuaria -Armando Parada, jefe de explotación, y Vicent Fullana, delegado en Maó- ha recorrido los pantalanes para comprobar el estado de los bienes e instalaciones que son objeto de la concesión. Todo se ha desarrollado de forma tranquila y sin incidentes de ningún tipo, a pesar de que el protocolo obligaba a que una patrulla de la Policía Nacional y otra de la Policía Portuaria vigilaran de cerca la escena.

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Sobre las once de la mañana había otra cita, en este caso en las oficinas de la Autoridad Portuaria. Allí han sido convocados los representantes del Club Marítimo de Mahón, que desde el pasado mes de junio es el legítimo titular de la concesión de 165 amarres en esta zona. La entidad ha recibido finalmente las llaves de la instalación, que no ha podido explotar durante la temporada estival, lo que le ha supuesto un perjuicio económico en la época de mayor demanda del año.

También ha sido convocada la empresa Tanit Ibiza Port, concesionaria en este caso del pantalán y los marres reservados para las grandes esloras.