Pescadores de una de las barcas de arrastre del puerto de Maó a su llegada a puerto, descargando las capturas de la jornada.

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El nuevo recorte de los días de pesca que propone Bruselas en el Mediterráneo para 2023 puede ser la puntilla para la flota de arrastre balear, 31 barques de bou en todo el archipiélago, seis de ellas en Menorca, repartidas al 50 por ciento entre las cofradías de Maó y Ciutadella.

Sucesivos recortes en el cupo de días para faenar han llevado a estas empresas al límite, han pasado a sus trabajadores fijos a fijos-discontinuos al verse abocadas a una temporalidad no deseada, y ahora ven con preocupación otra vuelta de tuerca en su oficio: una reducción adicional de tres semanas de pesca por buque.

Eso es lo que está sobre la mesa de negociación de los 27 y aunque España rechaza la propuesta, el director general de Pesca y Medio Marino del Govern balear, Joan Mercant, no oculta que se siente «preocupadísimo, desaparecerán más barcas» por este recorte que en Balears, afirma, no está justificado.

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«No es aplicable aquí»

La Comunidad Autónoma ha hecho valer sin éxito hasta ahora que el esfuerzo pesquero, la intensidad con la que se practica esta actividad, es «mínimo en comparación con otras zonas». Cada año, aseguró ayer Mercant, reclaman un trato diferenciado para el archipiélago balear, que con 1.400 kilómetros de costa tiene 31 buques arrastreros, mientras que las comunidades valenciana y catalana, sumando los mismos kilómetros de costa, «tienen diez o doce veces más, pueden llegar a las 400 barcas, no es comparable el esfuerzo, nosotros realmente lo hemos reducido, pedimos que se nos tenga en cuenta aparte, la reducción que pide la UE no es aplicable aquí», añade el director general, al tiempo que admite que sus reivindicaciones han caído en saco roto. No se ha hecho caso a las pretensiones de Balears.

Mercant añade que la flota balear captura más pescado por día y buque, lo que es un claro indicador de recuperación de los caladeros de las islas. El director general recuerda que hay demanda de pescado y que el sector balear no suministra ni el 10 por ciento. «Ecológicamente no será la panacea», asegura, que ese consumo se satisfaga trayendo producto de fuera, porque conlleva transporte y un aumento de la huella de carbono.

A la espera de información oficial

Las cofradías de pesca menorquinas aún no tienen información oficial de lo que se debate en Bruselas pero se temen lo peor. Para ellos un mazazo en forma de recorte de otras tres semanas implica «más paro en la profesión y ver si la empresa será viable», señala Gabriel Morro, secretario de la Cofradía de Maó. En el puerto por ahora las tres barcas faenan, como en los últimos dos años, gracias a la bolsa de jornadas de trabajo.

En Ciutadella, el patrón mayor, Xavier Marquès asegura que «si se pasa a 135 días será muy perjudicial, el Gobierno español nos mete a todos en el mismo saco para no enfrentar a comunidades autónomas pero debería aplicar distinto criterio en Balears, que ya está regenerado». Marquès va más allá y opina que al parecer en la UE «solo les interesa reducir pescadores», y mientras aquí se loa el producto local o de kilómetro cero, estas medidas suponen una apuesta por las piscifactorías o por importar el pescado de otros países.

Las claves
  1. Esfuerzo

    Cofradías y Dirección General de Pesca sostienen que el esfuerzo pesquero en las islas es mínimo si se compara con el de otras zonas y que la regeneración se ha logrado. Critican que se meta la flota balear «en el mismo saco» con otras del Mediterráneo como las del Levante peninsular.

  2. Demanda

    El producto pesquero que captura la flota balear apenas cubre la demanda que hay en las islas. Eso implica que para satisfacer ese consumo habrá que importar de otras zonas el pescado. Una opción poco ecológica, afirma el responsable de Pesca, Joan Mercant.