A priori, la actividad extensiva que se practica en la Isla, con vacas en los pastos, es beneficiosa.

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El Consell impulsa la elaboración de un estudio para determinar la magnitud de la huella de carbono del sector ganadero de Menorca. Se trata de un trabajo analítico orientado a centros de investigación, universidades o empresas, con el objetivo de conocer qué prácticas y sistemas de manejo de la tierra son mejores, hasta el punto, incluso, de ser más beneficiosos que perjudiciales en términos de emisiones de CO2.

Los últimos tiempos se está poniendo el foco en las emisiones de gases de efecto invernadero que genera la actividad agraria y ganadera, calculando, por ejemplo, la cantidad de CO2 que se genera para producir un bistec. La FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, cuenta con estudios sobre estos efectos de las cadenas de producción, distinguiendo por especies (vacas, cerdos, pollos) y teniendo en cuenta múltiples agentes, desde el tipo de alimentación, a la energía y los combustibles fósiles utilizados, pasando por el uso de fertilizantes o el transporte de los productos generados. Sin embargo, no hay ningún análisis específico para la Isla que indique las prácticas más y menos ventajosas.

Entre emitir y absorber CO2

El estudio sale a concurso por un precio máximo de 15.000 euros y debe servir para conocer cómo influye la ganadería menorquina. «El mensaje general es que consumir carne es malo para el cambio climático, pero podemos prever que en el caso de Menorca, no es así».

Así lo apunta Miquel Truyol, técnico del departamento de Medio Ambiente de la institución insular, para quien «no hay duda de los beneficios de la ganadería sobre la biodiversidad, la generación de paisaje y territorio, ayudar a controlar la densidad de los bosques». Es ahí donde «necesitamos saber qué manejos ayudan a fijar carbono», eso es, favoreciendo que la propia naturaleza absorba gases y pueda ayudar a «equilibrar» aquellos que genera la propia actividad.

De un proyecto de Life Boscos «sacamos la conclusión de que los pastos ayudan a que los bosques sean más resistentes al cambio climático», por lo que el tipo de ganadería extensiva que suele practicarse aquí sería «bastante sostenible y contribuiría a mitigar los efectos» producidos por los gases contaminantes. Luego, a partir del estudio, el Consell dispondrá de una guía para impulsar las políticas medioambientales y de apoyo al sector.

El apunte

«Seguramente hay maneras viables de producir alimentos, que captan más CO2 del que emiten»

Para entidades como el GOB, la elaboración de este estudio no solo es positivo y muy interesante, sino incluso «imprescindible» para «aprender a producir alimentos con la menor huella ecológica posible». Para Miquel Camps, el trabajo que impulsa el Consell permitirá «identificar las tres o cuatro tipologías de explotaciones de Menorca y los distintos grados de huella que dejan». «Se considera que la agricultura es una actividad responsable de buena parte de las emisiones, pero es en el caso de la intensiva», un modelo impropio de la Isla. «Seguramente hay maneras viables de producir alimentos y sin agravar el problema del cambio climático», y «probablemente la agricultura extensiva de Menorca, si se combina con determinados manejos, capta más carbono del que emite», pronostica Camps.