Una cabeza de vaca, entre los restos fotografiados en Milà en agosto de 2022 | Archivo

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Los más de 6.000 documentos analizados por la auditoría del ‘caso Milà’ no han podido explicar las fotografías, captadas en agosto de 2022,    donde aparecen restos de animales de matadero enterrados entre la basura del vertedero. De acuerdo con la versión oficial, construida a partir de los datos facilitados por la UTE Es Milà y el Consorcio de Residuos, todos los sandach que llegaron a la planta el año pasado fueron incinerados. Sin embargo, la evidencia gráfica dice lo contrario.

La redacción de MENORCA · «Es Diari» tuvo acceso a una docena de fotografías donde se ilustra una práctica que vulnera el Plan Director de Residuos y la normativa europea, al hallarse entre los restos algunos elementos como los cráneos bovinos y que son material específico de riesgo, cuya incineración es obligatoria en todo caso.

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También se recabó el testimonio de uno de los camioneros externos a Milà que tenía acceso regular por su trabajo al vertedero. «Yo he visto los restos de animales ahí tirados con mis propios ojos, he tenido que volcar mi carga donde estaban y esto no es algo de ahora, viene de largo», explicaba. La práctica, según este profesional, se habría extendido en el tiempo.

La UTE Es Milà fue requerida sobre estas fotografías por el Consorcio de Residuos y la respuesta fue un informe donde apuntaba a las plantas privadas de tratamiento de residuos que vierten su carga directamente al vertedero, así como la aparición de restos de animales en los contenedores de la vía pública. Las imágenes mostraban claramente animales de matadero e incluso pudo identificarse el crótalo de una vaca sacrificada el día 2 de noviembre de 2021 en Maó.

Los resultados de la auditoría encargada a la empresa Audigest Balear no responden a cómo llegaron hasta allí estos animales, ya que no aparece ningún descuadre en los datos analizados, más allá de las variaciones en los datos de funcionamiento del horno incinerador. La UTE justifica estas diferencias a partir de una compleja explicación técnica que el auditor considera «razonable».

El apunte

Los 24 meses en que los datos de funcionamiento del horno incinerador no le cuadran al auditor

El auditor analiza y coteja facturas de incineración de restos de animales, gasoil utilizado, volumen de cenizas y régimen de funcionamiento del horno. Sobre este, descartando el anómalo año 20 de la pandemia, concluye que necesita una media de 3,65 horas para quemar cada tonelada de los citados residuos. Aun considerando un margen de error de hasta el 20 por ciento se observa un valor muy dispar entre los 83 meses analizados. En 24 meses, más de la cuarta parte, se observan valores muy dispares, algunos hasta el doble y otros la mitad de la citada media. La gestora de Milà ofrece una explicación técnica como las dos horas de encendido que necesita la maquinara para alcanzar la temperatura de quema de 850 grados, que acaba convenciendo al autor de la auditoría.