La situación de saturación es muy habitual en Ciutadella, Sant Lluís y Maó.

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Montañas de artefactos metálicos que desafían la ley de la gravedad, rebosantes cubas de muebles o de colchones, containers de material obra que no dan más de sí, contenedores colmados de restos de poda, residuos depositados en el suelo ante la falta de espacio, trabajadores desbordados ante el constante trajín de vehículos que vienen a descargar... Es la escena que día sí día también ofrecen algunas de las deixalleries más concurridas de la Isla, especialmente las de Maó, Sant Lluís y Ciutadella, donde es habitual que los usuarios tengan que dar marcha atrás por la falta de espacio, desplazarse en busca de suerte a otro punto verde o, en el peor de los casos, verter la carga en cualquier parte.

Dos ejemplos de los que se producen a diario. A primera hora de la mañana de ayer la deixalleria de Maó tenía todas las zonas de descarga llenas. El pasado sábado los usuarios que iban a descargar poda se encontraban que ya no había espacio ni en Maó, ni en Sant Lluís ni en Alaior. Los trabajadores acaban desviándolos a Es Migjorn Gran. Quién sabe cuánta de esa carga se quedó por el camino. Algunos trabajadores resumen a este diario la situación que están viviendo en las deixalleries en dos conceptos: saturación y sobrecarga de trabajo. «Las deixalleries tienen la misma capacidad desde hace más de una década y el volumen de reciclaje no para de aumentar año a año».

El contenedor de los residuos metálicos lleno a rebosar, ayer en la ‘deixalleria’ de Maó.

Un incremento de la conciencia social en el ámbito del reciclaje y la llegada a la Isla de muchos propietarios extranjeros, muy mentalizados con el tema, son algunas causas a las que apuntan para el explicar el aumento de entradas que están viviendo. Explican que, por ejemplo, en el mes de mayo se ha registrado un ritmo de entrada de residuos similar al de un mes de agosto. «Eso está muy bien, el problema es que ese aumento de volumen de trabajo y de materiales de reciclaje no ha venido acompañado de más espacio y más trabajadores», lamentan.

Enfado de los usuarios

Ellos son los que a diario tienen que dar la cara y enfrentarse al enfado de los usuarios a los que se ven obligados a ordenar que den media vuelta. La situación ha sido trasladada en diversas ocasiones tanto a la empresa encargada del servicio, Tragsa, como a los responsables del Consorci de Residus i Energia, que está ultimando un nuevo concurso para adjudicar el servicio.