Pedro Pons, en el despacho de alcaldía, agradece el traspaso de poderes a su predecesora    | Katerina Pu

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Desde el lunes, el teléfono no le deja de sonar. Pedro Pons Huguet (Ferreries, 1975), el diseñador industrial que dirigía la red de tiendas de Jaime Mascaró, es ahora el alcalde del pueblo. El colofón a doce años de concejal, primero a las órdenes de Manolo Monerris y, luego, en la oposición. Hasta que el 28 de mayo obtuvo el resultado que ni él mismo esperaba.

—No le engañaré. Sabíamos que o lográbamos la mayoría absoluta o no gobernaríamos, y luego resultó que nos quedamos a las puertas del séptimo concejal. ¿Si me sorprende? Sí, y no. Sí, por el gran número de votos que conseguimos. Y no porque, sobre todo desde que Josep Carreres dejó la alcaldía, ya se palpaba una sensación y una demanda de cambio en el pueblo.

¿Aspira a ser, como Carreres o Nofre Janer, un alcalde más reconocido por su talante que por las siglas?

—En los pueblos pequeños, aunque te presentes por uno u otro partido, se acaba valorando más a la persona. En mi caso hará ya 12 años que volví a la Isla. Enseguida me metí en política local y he necesitado hacer un recorrido para llegar donde estoy. Es algo que no se consigue de un día para otro.

¿Qué se ha encontrado en el despacho de alcaldía?

—Algunos trámites que no esperaba, pero sobre todo mucho trabajo por hacer. Ahora bien, solo tengo palabras de agradecimiento para Joana Febrer. En estos años como portavoz de la oposición, siempre me ha tratado bien. Y el traspaso de la alcaldía no ha sido una excepción.

Será porque en Ferreries siempre se juega limpio en política…

—¡Jajaja! Eso me dicen en Ciutadella, que allí no ocurriría, que los de Ferreries somos de otra pasta.

¿Qué cambio notarán los ferreriencs?

—Notarán mejoras, sobre todo, en limpieza viaria, en el estado de las calles y en la reforma de la Plaça Espanya, que nos hemos comprometido a iniciar en los primeros seis meses con el objetivo de pacificar el tráfico.

¿Para peatonalizar la plaza?

—No del todo. Empezaremos por cerrarla al tráfico solo los fines de semana, después del verano, e ir extendiendo este modelo a otras calles del centro, para que sea más amable, pero sin perjudicar la actividad comercial.

¿Y cómo solventarán entonces la falta de aparcamientos?

—Pacificar el centro comportará perder plazas de aparcamiento que deberemos recuperar en otras zonas, pero no necesariamente en el núcleo antiguo. El pueblo no es tan grande como para no poder dejar el coche a unos pocos minutos. El problema es que ahora ya no hay suficientes plazas y deberemos crear más de las que ya tenemos.

Pues este es un problema crónico cada verano en Cala Galdana…

—Y que debemos afrontar de manera reposada. Pero no hay margen para solucionarlo este verano. Como mucho vamos a poder cerrar a media mañana algunas calles que ya estén saturadas. El problema de Cala Galdana se debe a que absorbe el tráfico de la urbanización pero, además, el de Cala Mitjana y de aquellos que dejan el coche aquí para acceder a pie a Macarella y Trebalúger. Nuestra intención es ampliar el aparcamiento de Cala Mitjana y que el Ayuntamiento de Ciutadella también amplíe el situado frente al hotel Cala Galdana. La reforma lo dejó bonito, pero no ha funcionado como debería. También contamos con poner en marcha la aplicación que indica el nivel de ocupación de cada playa para que, si un parking ya está lleno, los conductores no insistan en querer llegar a esa cala.

¿Y no se puede potenciar también el transporte público?

—Sí. Es una medida fundamental. Ya se cuenta con una parada frente al cementerio que invita a dejar el coche aparcado allí y coger el bus. Pero también cabe aumentar frecuencias en los momentos de mayor demanda y plantear al Consell que idee unas tarjetas con bonificaciones para los trabajadores de temporada. Desde principios de junio ya tenemos la urbanización saturada, algo que antes solo ocurría en agosto.

¿Se pueden sacar más ingresos de Cala Galdana?

—Sí, casi la mitad del dinero que entra en el ayuntamiento procede de las concesiones de la urbanización, pero hay algunas que aún se pueden ajustar a la realidad para sacar más dinero sin perjudicar a quienes las explotan.

¿Qué propuesta plantea para las tres montañas públicas? Santa Àgueda, S’Ermita y S’Enclusa…

—En Santa Àgueda se han restaurado los restos del antiguo castillo con el dinero de la ecotasa y confío que se siga invirtiendo, pues es un punto crucial para explicar la historia de Menorca. S’Enclusa sigue pendiente de recuperar los 7 millones de Madrid que se perdieron por el camino para convertirla en la sede de la Reserva de la Biosfera. Pero a nosotros nos gustaría que se aprovechase también para crear una casa de colonias o un punto starlight de observación del cielo nocturno, porque apenas carece de contaminación lumínica. Y S’Ermita, que se compró con la ecotasa, es municipal, pero con el agravante del elevado grado de protección, que apenas nos permite actuar. Así que pediremos ayuda al Consell y al Govern para, al menos, restaurar los dos caminos que llevan a la cumbre. Vamos a dejarlos en condiciones para que se pueda disfrutar de las excelentes vistas.

Desde que está el desvío, ya cuesta más pararse camino de Maó o Ciutadella. ¿Qué puede ofrecer Ferreries para lograrlo?

—Pues trasladar el museo de ciencias naturales de Menorca, desde su actual emplazamiento en Binissuès, hasta Ferreries. El pueblo necesita algo que atraiga y lo convierta en un referente en la Isla y pensamos que, al ser el municipio con más suelo protegido de Menorca, debe ser también el que albergue este museo. Los hermanos Carreras Torrent, que lo gestionan, han conseguido que pasen por Binissuès miles de personas. Y nuestro objetivo es que vengan ahora a Ferreries.

¿Ya han pensado dónde ubicarlo?

—Existen pocos emplazamientos que puedan acoger un fondo tan ingente, pero sí tenemos mirado un local privado en la avenida Jaume Mascaró que podría adecuarse a este uso.

¿Le dará tiempo en cuatro años para hacer realidad tanto proyecto?

—Nos vendrá un poco justo, sobre todo para proyectos de gran calado que precisan de otras administraciones. Pero la reforma de la Plaça Espanya y la peatonalización del centro sí pueden hacerse. Lo importante es empezar a caminar y no dejar de trabajar para conseguirlo.