Las embarcaciones locales, acostumbradas a cruzar hasta Cala Cabra Salada, se topan con las zodiacs de los vigilantes.

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Vecinos de la bahía de Fornells, propietarios de barca, llevan semanas viviendo un clima de tensión provocado por lo que, ellos consideran, un trato «abusivo» por parte de los trabajadores de la empresa administradora del campo de boyas ecológicas. Uno de los últimos incidentes tuvo lugar esta misma semana, en la que el viento de Tramontana    obligaba a los usuarios náuticos a refugiarse en la bahía.

En esta ocasión, un residente de la localidad, el cual posee un amarre para su barca en el puerto de Fornells, cruzó hasta el otro extremo de la bahía para darse «un baño»: «Voy hasta el otro lado porque delante están todos los barcos que fondean en la zona de boyas», explica el afectado.

Y es que cabe recordar que el alquiler de estas boyas está pensado para aquellos visitantes que pernoctan en la zona. Es decir, si desean fondear en la bahía, deben reservar por un tiempo mínimo de un día, tal y como se indica en la web de Ports IB.

Al ser vecino del lugar y tan solo querer darse un pequeño chapuzón, el protagonista fondeó a unos 300 metros al sur de Cala Cabra Salada: «Encontré una zona de arena y totalmente libre de posidonia para poder echar el ancla. Había tan solo tres metros de profundidad», especifica. Una vez asegurado el lugar, se tiró al mar para «dejar el ancla colocada donde toca» y asegurarse de «no dañar la posidonia».

No obstante, mientras todavía estaba sumergido, oyó cómo el motor de una zodiac se acercaba hasta su embarcación. Al subirse de nuevo a la barca, vio como su mujer, la cual le acompañaba a darse el baño, estaba discutiendo con un vigilante del campo de boyas. «Hizo una foto de mi barca y amenazó con denunciarme de forma muy agresiva si no me iba de inmediato», relata el perjudicado.

Pese a estar en una zona de arena y explicándole que estaba «fuera» del campo de boyas, el vigilante volvió a responder de forma «prepotente» alegando que sí estaba «dentro» del campo de boyas. Así pues, el vecino se desplazó hasta la Illa de ses Sargantanes para evitar males mayores.

Malestar general

La convivencia en la bahía se está volviendo cada vez más complicada debido a enfrentamientos como este. Según varios vecinos, las continuas discusiones y hostilidades con la empresa gestora de las boyas está generando un ambiente cada vez más irrespirable.

«La gente con yates y mucho dinero recurre al fondeo en estas boyas. En cambio, los locales no podemos permitirnos alquilar una de estas y, a mayores, pagar por el amarre que ya tenemos», concluye el afectado.

El apunte

«Está habiendo cambios en todos los ámbitos... y solo son a peor»

«El precio de los amarres, la forma de dar servicio... están evolucionando para mal y esto es solo el principio», detalla un marinero. Según este profesional con gran experiencia en el mar, se está perdiendo «el sentido de la humanidad» por mirar solo hacia el «dinero».

Y es que la imposición de cada vez «más normas» y de carácter «más rígido» imposibilitan aplicar una «flexibilidad» que siempre ha caracterizado a la gente del mar. «Los fornellers se ven con el derecho de opinar y sienten que les están cortando las alas», opina. Lo cierto es que no se presume una solución fácil a corto plazo.