Operarios de Endesa descargando un generador en la central de El Palmar, en La Gomera. | Ramón de la Rocha / Efe

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A las 3 de la madrugada del domingo un incendio en la central de El Palmar provocó un cero energético, un apagón total, en la isla canaria de la Gomera, que dos días después todavía mantiene a usuarios sin acceso al suministro eléctrico. Las imágenes de la llegada a la isla de generadores de emergencia y de los problemas derivados de la falta de luz han hecho despertar entre los menorquines el vivo recuerdo de aquel gran apagón que la Isla sufrió en octubre de 2018 tras el paso del tristemente célebre ‘cap de fibló’. ¿Está Menorca más preparada que La Gomera si deja de funcionar su central térmica?

Todos los expertos consultados por este diario dejan ante todo una cosa clara. El riesgo cero no existe. Todo sistema es susceptible de fallar, como bien saben los menorquines, que se pasaron más de dos días sin luz por un imprevisible fenómeno natural. Dicho esto, existe un factor diferencial clave entre Menorca y La Gomera y entre 2023 y 2018: la interconexión submarina con Mallorca, que, si no evitar un apagón masivo en el momento en que se produjera un gran fallo en el sistema, al menos permitiría minimizar sus efectos, reduciendo el tiempo de restitución y posibilitando que se siga importando electricidad.

De hecho el cable submarino podría incrementar ostensiblemente el aporte de electricidad en caso de emergencia. Hay que tener en cuenta que actualmente el operador del sistema, Red Eléctrica, opera el enlace submarino a entre 20 megavatios (MW) y 30 MW, cuando su capacidad máxima de transporte es de 100 MW. Esto significa que forzando la máquina durante un corto periodo de tiempo buena parte de la demanda podría quedar cubierta con energía llegada desde la isla vecina, algo que no podía pasar en 2018, cuando Menorca estaba aislada energéticamente del resto de Balears.

En el hipotético caso de que se produjera un fallo a gran escala en la central de Maó las consecuencias serían muy distintas dependiendo de la época del año. En invierno, cuando la demanda eléctrica apenas alcanza puntas de 65 MW, el simple aumento temporal de transporte de electricidad por el cable podría hacer que los efectos de la avería para la mayoría de la población fueran mínimos. Si la crisis se desatara en plena temporada turística, la situación sería distinta. El cable no daría para satisfacer toda la demanda, que puede alcanzar puntas por encima del 120 MW. Los expertos apuntan a que sería necesario entonces, en los momentos de más consumo, llevar a cabo deslastres, es decir, desconexiones de puntos de demanda, pero difícilmente se prolongaría una situación de apagón total como la vivida en La Gomera. Grandes consumidores como el Aeropuerto y el Hospital Mateu Orfila cuentan con generadores propios y podrían desconectarse temporalmente para cubrir otras necesidades.

Otro factor que hay que tomar en consideración es la configuración de la central térmica de Maó. Mientras en La Gomera todos los grupos de generación están juntos, facilitando la propagación de un incendio, en Maó existen grupos muy separados. Las turbinas, en las que hoy en día se basa la mayor parte de la producción, están al aire libre, separadas de los viejos motores.

Renovables, baterías y segundo cable, un futuro más seguro para Menorca

El sistema eléctrico menorquín avanza hacia un horizonte con muchas más seguridad de suministro. La inminente puesta en marcha de grandes parques solares, el proyecto de instalación de un sistema de baterías en Es Mercadal y, a más largo plazo, la instalación de un segundo enlace submarino con Mallorca reducirán al mínimo la dependencia de la central térmica de Maó, repartirán por la geografía insular los puntos de generación y redoblarán la conexión de la Isla con el resto del sistema balear, sin contar con el imparable avance del autoconsumo, llamado a seguir reduciendo la demanda eléctrica de empresas, hogares e infraestructuras públicas.

MAHON. ENERGIA. Central térmica de Gesa del puerto de Maó.

La puesta en funcionamiento de nuevos parques solares será un factor que marcará un antes y un después. Hay que tener en cuenta que entre los parques que están a la espera de conexión, los que se están construyendo y los que se están tramitando suman una potencia de unos 170 MW, cuando la punta anual de demanda de la Isla no supera los 130 MW. Solo la puesta en marcha del nuevo Son Salomó y del parque Agrisolar de Es Mercadal -ya construidos y que suman unos 80 MW- permitirá reducir ostensiblemente la dependencia de la central.

Además, el sistema de baterías de 50 MW que se prevé instalar en Es Mercadal en el horizonte 2026 deben permitir más que doblar en condiciones de seguridad la electricidad que llega desde Mallorca. El salto final se dará con la llegada -probablemente ya en la próxima década- del segundo enlace submarino. La central quedará como una mera instalación para emergencias.