Barcos amarrados en el puerto de Maó. | Gemma Andreu

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El Real Decreto 186/2023 que entrará en vigor el 1 de julio de 2024 y permitirá alquilar embarcaciones de recreo particulares durante tres meses al año ha sembrado la duda en Es Jonquet, la asociación de usuarios de amarres de gestión directa por parte de Autoridad Portuaria en la zona de Sa Colàrsega de Maó. Cuentan con 150 amarres y Antoni Barber, representante de la entidad, reconoce que han recibido con cautela y «desconfianza» la nueva normativa, porque, cuenta, «nos da miedo perder los amarres y que pasen a destinarse al alquiler de embarcaciones».

Aparte, contemplan la posibilidad de que «haya una subida de precios». Asegura Barber que «incluir el chárter náutico en estos amarres de gestión directa y función más bien social implicaría que entrara gente externa, que no son propietarios de barcos, gente que quizás no tiene suficientes conocimientos para el manejo de embarcaciones y que podrían causar daños». Recuerda que en el pantalán de Es Jonquet «la inmensa mayoría son propietarios de llaüts y barcas inferiores a los 8 metros de eslora y sin relación con el alquiler, son embarcaciones para ir a pescar y de ocio que justifican que la gestión de los amarres sea directa de Autoridad Portuaria».

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Si los precios cambian, avisan, muchos no podrán permitirse pagar el coste. «Los que tienen amarres de gestión privada pagan tres veces más y ya ha habido intentos de privatizar la gestión de nuestros amarres», recuerda Barber, que recalca que «creamos la asociación para evitarlo y estamos muy vigilantes para que esto no pase, hay mucha gente afectada por el miedo a perder estos amarres».

Desde el otro extremo de la Isla, el Club Nàutic Ciutadella, en representación de Gonçal Moll, subraya que «somos un club sin ánimo de lucro y recreativo y no prevemos en ningún momento que las barcas se puedan alquilar». Consideran que quienes opten por alquilar sus embarcaciones tendrán que «actuar como una pequeña empresa» y deberán «valorar si les compensa introducirse en este tipo de negocio». Un negocio que crece por las empresas de chárter náutico y los particulares que tienen matriculadas sus embarcaciones en lista sexta (dedicadas a fines comerciales) y que va rumbo a aumentar con la inclusión de las embarcaciones de la lista séptima (sin propósito lucrativo) durante tres meses al año, lo que llevará a un aumento de la oferta y una consecuente bajada de precios, apuntan desde el propio sector.