Los expertos han constatado que la reserva no ayuda a aumentar la población de especies. | ARCHIVO

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La Fundación Marilles propone    rediseñar la Reserva Marina del Norte de Menorca, «ampliada y más al norte hacia Cavallería», y mejorar su vigilancia, para que esté «bien gestionada, con multas y sanciones».

El director de Marilles, Aniol Esteban, que este martes protagonizó, junto a Eva Marsinyac (Observatori Socioambiental de Menorca), la última tertulia veraniega de Fornells, es crítico con el rendimiento de la Reserva Marina del Norte de Menorca. «Es la que peores resultados está dando en Balears, cuando podría ser la mejor, porque Menorca tiene un gran potencial». Sin embargo, su «mal diseño» y la «vigilancia insuficiente e ineficiente», hacen que, al contrario de lo que debería ser, «se pesque más en las zonas no protegidas, que en las protegidas».

«Hay inspectores que se dejan la piel, pero de cinco, trabajan dos, y la embarcación no sale todos los días que debería salir» para controlar la pesca furtiva. «El furtivismo y la venta de pescado por parte de pescadores recreativos es un secreto a voces, pero el miedo frena las denuncias». Por eso, dice Esteban que «debe ser una prioridad reconducir esta cuestión», por el bien de todos los sectores.

Reordenar el mar

«Menorca está en riesgo de saturación, necesita una reordenación, no por fastidiar a nadie, sino por mejorar la experiencia de todos». Se refiere el director de la fundación a los bañistas y a los navegantes que ahora se ven apiñados. «Hacen falta campos de fondeos, distribuciones especiales, crear cinturones azules a 100 o 200 metros de la costa, balizados, donde se pueda practicar snorkel, kayak o padle surf sin peligro; sería un beneficio social y medioambiental».

En este contexto, Marilles apuesta por cinco actuaciones imprescindibles: proteger el 10 por ciento de las aguas interiores del mar balear (ahora lo está el 0,2 por ciento), poner en marcha planes de conservación y recuperación de hábitats y especies vulnerables, acabar con la pesca furtiva, mejorar la calidad del agua y aportar financiación pública para hacer realidad estos compromisos.

Esta es la base del Pacto Azul Balear, que ha implicado ya a más de un centenar y medio de entidades y empresas (pequeñas y grandes). «Quiere ser un marco de soluciones, para que los partidos políticos y las instituciones las saquen adelante», aportando, al menos, 50 millones de euros al año en Balears.

Esteban, en Fornells, con Eva Marsinyac, Ángel Carmona y Joan Palliser.

En Menorca, su mar «está en un relativo buen estado de conservación, pero está peor que hace 50 años». A esto, hay que sumar que «el Mediterráneo se caliente dos o tres veces más rápido que otros mares», lo cual obliga a tomar medidas. «Es por la prosperidad de Menorca, el futuro de sus industrias, la turística, la náutica, la pesquera, de la restauración, y por el disfrute de los ciudadanos». Porque «hasta ahora solo nos hemos beneficiado del mar, pero no hemos invertido nada en él».

Con 50 millones al año se podrían «crear, ampliar y mantener las áreas de protección; hacer un seguimiento de las especies de interés pesquero; o hacer planes de gestión con los pescadores». Y en este sentido, «Menorca tiene la oportunidad; se ha posicionado como una isla muy sostenible, ha logrado soportar el turismo mejor que otros lugares, pero es un tesoro en alto riesgo, por la fuertísima presión humana», concluye el presidente de la Fundación Marilles.

El apunte

Crear un foro de denuncia anónimo contra la pesca furtiva

Desde la Fundación Marilles, su director, Aniol Esteban, propone la creación de una comisión, inspirada en la regla del chatham house, en la que estén representados todos los sectores implicados, pesca profesional y recreativa, restauración, donde todos ellos puedan decir quien hace qué, pero preservando la identidad de la fuente.

En un territorio de pequeñas dimensiones como Menorca, muchas veces se hace difícil denunciar actividades ilícitas como la pesca furtiva.    «Debemos animar a denunciar, porque los pescadores saben quienes son los furtivos, y entre los restauradores saben quién compra ese pescado». Por eso «es importante aislar las manzanas podridas». Para Esteban «es sorprendente que no se haya abordado nunca el daño que hace la pesca furtiva a la imagen de Menorca». «La mayoría de pescadores quieren cumplir con la legalidad, pero hay una minoría que hace mucho daño», asegura.