Los nuevos diseños arquitectónicos se levantan entre casas de toda la vida, la mayoría de las cuales no están catalogadas para su protección. | Josep Bagur Gomila

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El Passeig de sa Farola es uno de los parajes más emblemáticos de Ciutadella, situado alrededor del faro de la bocana del puerto, con construcciones que acumulan décadas de historia. Sin embargo, al igual que en otros puntos de la geografía menorquina, ya hace años que el lugar está sumergido en un proceso de transformación, lento pero sin pausa, hasta el punto que se ha generado un debate sobre la pérdida de identidad e idiosincrasia de la zona, por las líneas que propone la arquitectura moderna y que rompen con lo precedente.

Es el debate entre tradición y modernidad y cada posición tiene partidarios y detractores. Por un lado están quienes opinan que, como apuntan algunos vecinos, «la colonia de Sa Farola ya no es ese rincón idílico que habría que mantener», formado por «casitas junto al mar, para veranear», disfrutar de fines de semana y ágapes familiares. Unas construcciones que han configurado, durante décadas, la primera línea de mar hasta prácticamente Cala en Blanes, con una línea tradicional que ahora ven amenazada.

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Una residente, Pilar Vinent, coincide con esta «preocupación» y «tengo sensación de nostalgia cada vez que veo que derriban una casa para construir otra nueva», como ha ocurrido en las últimas fechas. Y es cierto que la nueva arquitectura ofrece diseños «muy bonitos, pero creo que no encajan, no quedan bien en este contexto», dice Vinent, quien por otro lado respeta el derecho de cada propietario.

Precisamente, esta cuestión es la que destaca otra vecina, que defiende «el derecho de cada uno a tener la casa que quiere». Básicamente, porque «hablamos de la propiedad privada, siempre que sea de acuerdo a las normas urbanísticas, del Ayuntamiento o de Costas, porque muchas están afectadas». Ve tan legítimo mantener el diseño original, como derribar y levantar un inmueble nuevo, «entiendo que uno quiera abrir su casa al mar con grandes ventanales, en lugar de tener pequeñas ventanas como se hacían antes». «Entre todos hacemos el mundo», afirma. Por eso, reclama respeto y que se mantenga el buen trato y la convivencia que siempre ha existido en el vecindario.

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Edificios catalogados

En el Passeig de sa Farola existen cuatro edificaciones que están catalogadas y que, por lo tanto, no pueden ser objeto de alteraciones constructivas. Concretamente, son las que reciben el nombre de «Can Canet», «Villa Jamma», «El Cairo» y «Claveles», que data de 1931. Construcciones que los más nostálgicos temen que se conviertan, en poco tiempo «si no se regula», en el último reducto de lo que un día fue ese lugar.

El apunte

La reivindicación vecinal: mantenimiento, mejoras y limpieza en el espacio público

La Associació de Vesins de Sa Farola ha reclamado al Ayuntamiento de Ciutadella que se lleven a cabo labores de limpieza y mantenimiento en la vía pública, además de algunas mejoras.

Recientemente, en una reunión mantenida con la alcaldesa, Juana Mari Pons, y la concejal del Servicio de Mantenimiento y Mejora de la Vía Pública, Esperança Juaneda, miembros de la directiva de la entidad transmitieron las necesidades existentes en el Camí de sa Farola.

De entrada, en el tramo entre la cala y el faro, solicitaron que se lleven a cabo labores de limpieza en los márgenes, donde abunda la vegetación, y «pedimos que lo encementen, porque se embozan los sumideros y se forman charcos», expone la presidenta de la entidad.

En el tramo entre la playa y Cala en Busquets la asociación apuesta por mantener su esencia estética, con los pinos a ambos lados, pero «sin aceras, ni luces, en todo caso, solo unos pequeños puntos de luz, solares, para que quienes viven allí todo el año tengan un mínimo de claridad cuando salen a pasear».

Asimismo, en este punto, creen que es necesario que se limpien los márgenes, por cuestiones de insalubridad, por la presencia de aves.

Para un próximo encuentro, la asociación vecinal tiene previsto reclamar soluciones, a la gran cantidad de vehículos, sobre todo en verano, que estacionan en los laterales de la vía y en la plazoleta del faro, pensada únicamente para que los coches puedan dar media vuelta antes de entrar en el tramo de sentido único.