La playa de Sant Tomàs, en Es Migjorn, desaparecida bajo las aguas.

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El investigador del Instituto Español de Oceanografía, Gabriel Jordà, asegura que los estudios disponibles indican que Balears podría perder entre un 50 y un 65 por ciento de la superficie total de las playas a finales de este siglo.

Más allá de la afectación en el turismo, se trata de un problema de primera magnitud, puesto que los arenales son un elemento de protección de la costa fundamental, y sin ellos el litoral es más vulnerable. «Cuando ahora hay un temporal, muchas veces el mar se lleva la arena de la playa, pero cuando la playa ya no esté porque ha quedado sumergida, la energía del mar impactará directamente contra los paseos marítimos y las viviendas de la primera línea de costa», explica Jordà.

Consenso para la adaptación

Por todo ello, el oceanógrafo insiste en que las medidas de adaptación tienen que ser una prioridad para las administraciones, y es necesario ir concienciando a la población de que se tendrán que hacer cambios. «No hay que utilizar el clima como un tema de discusión política, sino intentar sumar y crear el ambiente para que la gente se vaya preparando para todo lo que vendrá», remarca.

El apunte

El aumento de la temperatura del mar amenaza la posidonia

El oceanógrafo Gabriel Jordà también señala la importancia de la posidonia para la protección del litoral, puesto que las praderas submarinas de esta planta ayudan a reducir la altura de las olas que llegan a la costa. «El hecho de tener este freno o no tenerlo cambia mucho la situación», asegura. Por este motivo, se muestra preocupado por el aumento de la temperatura del mar en el Mediterráneo, que podría provocar la muerte de esta planta acuática. «Si sigue subiendo la temperatura del agua, podríamos tener episodios de mortalidad, y podríamos ir perdiendo los prados de posidonia», lamenta.

Temporales más destructivos

La desaparición de la posidonia, sumada a una subida del nivel del mar de más de medio metro, advierte Jordà, provocará que las borrascas sean más dañinas. «No tenemos estudios que digan que habrá más temporales, pero sí que podemos prever que con todos estos cambios, los temporales serán más destructivos, y las tormentas que ahora no hacen daño, tendrán mucho más impacto», resume.