En Santa Anna (Es Castell) residen 635 personas, algo menos que en Son Vilar. | Gemma Andreu

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Vivir lejos de la ciudad, de los núcleos principales, es un atractivo para cada vez más personas, que consideran compensados los déficits de proximidad de determinados servicios y una exigencia mayor en cuanto a movilidad rodada. En Menorca, según los datos del INE a 1 de enero de 2023, la urbanización más habitada es Cala en Porter, con 1.140 habitantes empadronados y un incremento desde el año 2000 de 537 personas. Cales Piques, en Ciutadella, le sigue muy de cerca con 1.024 personas, cuando al comienzo de este siglo eran tan solo 593. Un aumento importante en ambos casos.

Cala en Porter y Cales Piques se sitúan así por encima de núcleos tradicionales como Fornells (762 personas, 93 más que en 2000) o Sant Climent (552, solo 19 más que a finales del siglo pasado). En ambos casos se ha producido un cierto estancamiento, ya que su población aumenta un 14 y un 3,5 por ciento cuando la demografía de la Isla ha crecido en este tiempo un 35 por ciento. Binixíquer, por ejemplo, está ya muy cerca de superar a sus ‘vecinos’ santclimenters con 493 residentes. Caso paradigmático el de Cala Llonga, que en 23 años ha pasado de 194 a más de 400 moradores. Más del doble.

Por encima de Sant Climent y muy parejas a Fornells se sitúan también urbanizaciones de Ciutadella como Cala Blanca (notable aumento el suyo) y Los Delfines o Son Vilar y Santa Anna en Es Castell. En estas dos urbanizaciones la evolución demográfica también parece estar algo estancada, con aumentos relativamente cortos en las dos últimas décadas. Ocho urbanizaciones superan las 500 personas.

En cuanto a los diseminados, aumentan de una forma muy homogénea. Solo en Sant Lluís superan el 10 por ciento de la población total y su peso es mucho mayor en Ciutadella que en Maó.