Edificios como el antiguo hostal Miramar o el Rocamar, en el Fonduco, se encuentran en un avanzado estado de degradación.    | Gemma Andreu

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El Ayuntamiento de Es Castell podrá volver a conceder licencias urbanísticas en toda su línea litoral, después de que la Demarcación de Costas haya comunicado al Consistorio que el expediente que inició para establecer el deslinde definitivo en el municipio ha caducado, por lo que ahora se vuelve a la situación anterior.

De esta manera, con el anuncio de Costas se abre la posibilidad de que se activen los proyectos de inversión para recuperar los edificios de la zona del Fonduco, que actualmente se encuentra en un alarmante estado de abandono y degradación, lejos de sus tiempos de esplendor, cuando este espacio del puerto de Maó contaba con algunos de los establecimientos más emblemáticos de la Isla.

Desde el Consistorio, el alcalde Lluís Camps celebra la nueva situación, puesto que «hará posible poner en marcha proyectos que permitan rehabilitar los edificios que están en ruinas y que podrían colapsar, así como limpiar la mala imagen de este espacio del puerto y reactivarlo económicamente». Además, el alcalde destaca que servirá para «dignificar la zona para los propios residentes del Fonduco».

Nuevos proyectos

De momento, la sociedad francesa que el año pasado compró el hostal Miramar ya ha presentado un proyecto al Ayuntamiento, con la intención de recuperarlo para mantener el uso hotelero. Además, otro promotor contempla la posibilidad de rehabilitar un edificio de cuatro apartamentos y cinco plazas de aparcamiento, cercano al antiguo hostal.

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Otro de los edificios más emblemáticos de la zona, y uno de los que está en peor estado de conservación, es el antiguo restaurante Rocamar, que sigue a la venta, después de que una operación para comprarlo a los actuales propietarios no se llegara a concretar. En estos momentos, el edificio, de 1.335,37 metros cuadrados de superficie construida, sigue a la venta por un precio de 2,7 millones de euros.

Ahora, la nueva situación puede desencallar este y otros proyectos de rehabilitación en la zona, aunque siempre con la prohibición de aumentar volúmenes. En este sentido, el alcalde Lluís Camps asegura que «si los proyectos cumplen con los requisitos que marca la normativa, encajan en el entorno y las otras administraciones dan el visto bueno, desde el Ayuntamiento tramitaremos la licencia a favor, porque consideramos que es muy positivo que alguien quiera invertir en un espacio que está en ruinas».

Asimismo, la posibilidad de que se vuelvan a activar las inversiones en el Fonduco coincide con el avance, aunque lento, del proyecto para recuperar la vecina Cala Figuera, en la cual se prevé la construcción de una marina para dar servicio a embarcaciones de pequeña, mediana y gran eslora.

Un largo proceso

El embrollo en la delimitación del deslinde de Es Castell, a través del cual se determina el alcance de la zona del dominio público marítimo-terrestre, tiene su origen en la Ley de Costas de 1988, que modificó el deslinde anterior, establecido por diferentes órdenes ministeriales de 1959, 1968 y 1970. Después de la entrada en vigor de la ley, en 2010 se aprobó un nuevo deslinde, pero en 2015 quedó suspendido por la admisión de diversos recursos.

Posteriormente, en julio de 2021, la Demarcación de Costas de Balears acordó incoar un nuevo expediente, que finalmente no se ha concretado. Ahora, las cosas vuelven a quedar como estaban en 2010.

El apunte

La servidumbre de protección de Costas se mantiene en los cien metros

El expediente iniciado en 2021 por la Demarcación de Costas pretendía ampliar la zona de servidumbre de protección de veinte a cien metros de anchura desde la ribera del mar, aunque el Ayuntamiento presentó alegaciones para que se mantuvieran los veinte metros, por considerar que esta área es suelo urbano desde antes de la aprobación de la Ley de Costas de 1988. Ahora, con la caducidad del expediente de Costas, la zona de servidumbre se mantendrá como estaba, es decir, en los veinte metros. El alcalde Lluís Camps recalca que «no tenía sentido que la servidumbre pasara a cien metros, porque la zona ya está urbanizada».