Presentación del libro la semana pasada en la sede de IU. | Gemma Andreu

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En un momento en el que el mapa político internacional se encuentra cada vez más tensado a raíz del estallido de nuevos conflictos bélicos y los intereses comerciales de las grandes potencias, China presenta una candidatura más que firme a reconfigurar el orden mundial liderado por Estados Unidos y afianzado desde el final de la II Guerra Mundial.

José Luis Centella, presidente del Partido Comunista Español (PCE), analiza en su nuevo libro «¿Qué está pasando en China?» el modelo económico del gigante chino, que aspira a ser la primera potencia mundial, desde una óptica «distante» sin ser, ni mucho menos, «la verdad absoluta». Sin grandes estadísticas, pero describiendo la defensa de la multilateralidad frente a una nueva Guerra Fría o explicando qué supone la Nueva Ruta de la Seda. «No es un libro de propaganda para hablar bien de China y blanquearla. Se trata de un análisis de sus aspectos tanto positivos como negativos», recuerda su autor.

Recién entrados en el 2024 y ya estamos viviendo ‘el final de una etapa histórica’. ¿Cómo se explica eso?
—Nadie duda de que en estos momentos se está cerrando el ciclo hegemónico del Atlántico Norte. Están surgiendo los llamados países emergentes, por lo que ese orden mundial establecido empieza a entrar en crisis. Entre estos países emergentes aparece China como gran potencia y condiciona las relaciones internacionales y la propia configuración de esta nueva etapa.

¿Qué papel tiene China en este proceso?
Todavía estamos en una transición que no tiene determinado el fin. Este libro intenta explicar el papel de China en este proceso planteando una serie de opiniones y tesis. En el actual panorama estatal e internacional aparecen muchas más preguntas que respuestas, por lo que quien quiera sentar cátedra está mintiendo. El mundo va en una contradicción entre quienes pretenden llevarlo a un escenario bipolar con dos bloques liderados por China y Estados Unidos como potencias enfrentadas y quienes defendemos que debe haber una multilateralidad, que entra en los planteamientos chinos de no competir y de complementarse. China emerge como una gran potencia, pero no tiene por qué ser hegemónica, sino complementaria junto a muchas otras.

En la actualidad aparece Taiwan y un conato de invasión china cada vez más incipiente. ¿Cómo se explica este choque del espíritu comunista con dichas aspiraciones imperialistas?
—El primer punto es el desmantelamiento de todas las bases militares en el mundo para que ningún país pueda colonizar otro. EEUU tiene más de 180 bases militares en todo el planeta, mientras que China tiene solo una en el Cuerno de África para combatir la piratería en esa zona. La realidad objetiva es que Taiwan no es reconocida como estado por EEUU, España o Naciones Unidas, que la consideran como una provincia china. Se tiene que ayudar a una resolución pacífica de este asunto interno de China para conseguir una reunificación del país. Ya se resolvió en Hong Kong y en Macao.

Detrás del asunto de Taiwan, ¿podría estar escondido un interés por el abastecimiento de microchips en la actual carrera tecnológica entre China y EEUU?
—Sí. Evidentemente a EEUU le interesa tensionar las relaciones con China. Nadie hablaba de Taiwan hace tres años, pero China sigue reclamándola como hace diez, veinte y cuarenta años.
En esta tensión acumulada hay elementos económicos y comerciales. De esta acción reacción entre las dos potencias surge la guerra comercial que perjudica al conjunto de la humanidad.

Tengo entendido que ha visitado China recientemente. Desde su experiencia, ¿cómo se está viviendo esta transición desde dentro?
—He acudido con la Academia de Ciencias Sociales de China, ya que colaboro con el Centro de Pensamiento Chino. La visita no tiene nada que ver con el gobierno chino ni con mi partido.
Ahora he visto un crecimiento económico estable en el que se resuelven problemas del transvase de población del campo a la ciudad y se está potenciando mucho el desarrollo de zonas agrarias para frenar en origen, diversificando las zonas industriales por todo el país. No se trata tanto de poner barreras, sino de que la gente no quiera salir. Además, China se está reencontrando con su cultura milenaria, primando la armonía sobre la contradicción.

¿Cómo nos puede afectar este nuevo paradigma mundial?
—Desde España no podemos accedar al mercado de coches eléctricos chinos, que es más barato. Le estamos comprando gas más caro a EEUU cuando se lo podríamos comprar a Rusia más barato.
Además, la Nueva Ruta de la Seda abre una nueva vía de comercio mundial a la que España no pertenece. Portugal se está beneficiando de ella cuando nosotros podríamos estar llevando nuestros productos.