El taller incluirá una cata de aceites para conocer sus aspectos clave | Josep Bagur Gomila

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No es lo mismo el aceite de oliva virgen extra que el aceite de oliva o el aceite de oliva virgen. De hecho, pese a ser todos buenos, sí  es cierto que se podría considerar algunos más saludables que otros. Este y otros matices son los que podrán descubrir los asistentes al taller «El aceite de oliva, el oro líquido de nuestro tiempo» que imparte este miércoles Raquel Mateos, investigadora del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición (Ictan), centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El seminario, que se celebra en turno de mañana a las 9.30 horas y en sesión de tarde a las 17 horas en la escuela de adultos Joan Mir i Mir, en Maó, tiene la intención de dar a conocer los distintos tipos de aceite que se puede encontrar el consumidor a nivel comercial y las diferencias que existen entre ellos desde el punto de vista nutricional, además de los beneficios que puede reportar en nuestra salud su consumo diario.

Aceite virgen, el ideal

Según la científica titular del departamento de Metabolismo y Nutrición del Ictan - CSIC, cada aceite puede tener un uso y un propósito determinado.

Sin embargo, conviene recordar que su finalidad debe ajustarse al «gusto» y a la «economía» de cada individuo, ya que el aceite se ha convertido en el auténtico «oro líquido» de nuestros tiempos al haberse triplicado su precio en los últimos años a causa de su «menor producción». «Las condiciones climatológicas de los últimos años ha dado lugar a que haya menos aceite y acabe repercutiendo en su valor económico», explica.

La investigadora Raquel Mateos, en su despacho.

«Generalmente, para la gente del sur de España es más accesible el aceite de oliva virgen o virgen extra. Muchas familias trabajan en este sector y lo más habitual es que lo hagan todo con estos dos aceites», indica haciendo alusión a que lo mejor, si se dan las condiciones, es emplear tan solo estos dos aceites.

En cambio, si uno se encuentra en una situación económica más complicada y se ve en la necesidad de ahorrar, el aceite de oliva virgen o virgen extra quedaría reservado para aquellas comidas «en crudo», como podrían ser unas simples tostadas o una ensalada. Por contra, el aceite de oliva se emplearían para «guisos» y demás elaboraciones.

Previene enfermedades

La mejor consideración que reciben el aceite de oliva virgen y el virgen extra se debe fundamentalmente a las grandes ventajas que ofrecen para nuestra nuestra salud.

«Ambas son el zumo de la oliva. Por tanto, aparte de su grasa monoinsaturada, tiene una serie de componentes minoritarios, entre ellos, compuestos fenólicos, que son unos antioxidantes que le dan ese sabor tan especial», argumenta la investigadora. Lo cierto es que sus propiedas antioxidantes pueden impactar de una forma positiva en nuestra dieta, adquiriendo un efecto preventivo en relación a posibles enfermedades cardiovasculares, principalmente.

Por contra, el aceite de oliva y otros como el aceite de orujo de oliva han pasado por un proceso de refinamiento, por lo que en su tratamiento han perdido prácticamente la totalidad de sus compuestos fenólicos y, por tanto, de sus atributos antioxidantes. «Es verdad que en cuanto a la calidad de la grasa, todos los aceites son muy buenos. Es una grasa preferentemente monoinsaturada», apunta la propia Raquel Mateos. Según varios estudios, está considerada una grasa saludable que puede ayudar a reducir los niveles de colesterol malo en la sangre y que, además del aceite, también se puede hallar en otros productos como nueces o aguacates.

El apunte

«Menorca también es un ejemplo en cuanto a la calidad del aceite»

La zona de producción del aceite también repercute directamente en su calidad y el sabor final. En palabras de la científica Raquel Mateos, Menorca tiene «muy buenos aceites».

«En general, un buen aceite tiene que haber sido elaborado con mucho cuidado», subraya. La investigadora explica que más o menos, «todas las aceitunas son buenas para casi todo». «A lo mejor optas por la arbequina porque la cocina te requiere una más suave», recalca. Al final, lo fundamental es que estén «bien cuidadas» y «no hayan sido atacadas por ninguna plaga».