El Centre Polivalent Carlos Mir se podría ver beneficiado de esta importante donación. | Gemma Andreu

TW
14

A mediados del pasado mes de febrero, el Consell aceptó formalmente la donación económica de 105.000 euros que había recibido por parte de una mujer anónima. Lo poco o único que se sabe de la donante, que prefiere mantener oculta su identidad, son sus siglas y que ha efectuado dicha aportación con el deseo de que el dinero se dedique totalmente a la atención de las personas con discapacidad. De esta manera, el departamento de Bienestar Social, con Carmen Reynés a la cabeza, será el encargado de administrar dicha cuantía y asegurarse de que se cumple el deseo de la donante. Así resume el procedimiento a realizar la propia Reynés: «Ella nos aporta la cantidad económica, hacemos un convenio y, en este caso, nos indica a qué quiere que vaya dedicado».

Ejercicio de transparencia

A partir de aquí, el organismo público realiza un ejercicio de transparencia y asume el compromiso de elaborar una memoria de actividad en relación al proyecto o a los diferentes proyectos a los cuales se destinarán los fondos recibidos. Al mismo tiempo, se mantiene informada a la donante de todas aquellas acciones que se realizan.

«Se agradece que haya personas que confíen en la administración para ayudar a colectivos que se encuentran en una situación de vulnerabilidad. De momento, estamos estudiando en qué invertir exactamente el dinero», reconoce la consellera.

El apunte

Una contribución extraordinaria, aunque ni mucho menos inédita

Pese a no tratarse de una práctica habitual, lo cierto es que esta no es la primera donación considerable que se realiza a las instituciones públicas. Eso sí, lo más habitual suele ser que los donantes dejen en herencia bienes o inmuebles, no que hagan aportaciones económicas como la realizada recientemente. Ejemplo de ello sería la Casa de la Infancia de Maó, que también es competencia del departamento de Bienestar Social y que actualmente sirve como centro de acogida para menores. En su día, fue donada al Ayuntamiento de Maó con el propósito de servir al cuidado de menores. Otro ejemplo sería la tanca que emplean los usuarios de La Florida, donada en su día por una familia.