Marta Fuxà, en la sede de la Escola d’Adults de Maó, donde imparte clases de catalán.

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El colectivo Acció Cultural de Menorca (ACM) resurge después de unos años de inactividad, empujado, sobre todo, por los ataques que, denuncian, está sufriendo la lengua catalana en esta legislatura, no solo en Menorca, sino en el conjunto de Balears. Al frente de la entidad repite la mercadalenca Marta Fuxà, quien fuera directora general de Política Lingüística del Govern (2015-2019).

La cuestión lingüística vuelve a ser caballo de batalla para determinados sectores.

—No sé si alguna vez ha habido una situación ideal, porque siempre hemos sufrido algún tipo de dificultad o de carencia. Pero sí es verdad que, ahora, el contexto actual no es muy positivo, hay muchos elementos que no acompañan y, en parte, ha sido un revulsivo para que volvamos a activarnos. Aunque lo ideal sería tener una entidad que funcionara siempre, independientemente del contexto social y político.

Usted ya fue presidenta de ACM de 2009 a 2015. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

—Soy la presidenta, pero solo una más, todas las decisiones son compartidas y se toman por junta. Han cambiado muchas cosas, sobre todo, la sociedad menorquina. Solo los cambios demográficos y económicos de los últimos diez años ya tienen un efecto muy importante sobre la situación de la lengua. Estaba revisando noticias que hacen referencia al crecimiento enorme del porcentaje de población extranjera residente en la Isla, del crecimiento de población, que no es natural, sino fruto del movimiento de personas, de la migración, del propio estado español o de otros países. También ha habido cierta relajación, o cansancio, el que provoca una situación sociolingüística compleja, con las dificultades de tener que hacer frente a mensajes de odio y rechazo, de intentos por desprestigiar la lengua, que van afectando la autoestima y el día a día. Y más recientemente, el cambio político y la llegada a las instituciones de gente que, de entrada, no cree en la unidad de la lengua, intenta folclorizarla, o los ataques directos, al desprecio de una lengua, que no solo es propia, sino, además, oficial. Tenemos ejemplos en Menorca y a nuestro alrededor de actuaciones que van en contra del sentido común y de la ciencia. Son muy preocupantes.

¿La situación es crítica?

—Nosotros no hemos hecho ningún estudio y es una carencia que tenemos como comunidad lingüística. Hay pocos estudios sobre la totalidad del territorio o que sean lo suficientemente recientes. Pero está claro que la situación no es fácil, cada uno de nosotros lo puede comprobar. Sí hay algunas encuestas o estudios, como la Plataforma per la Llengua o la UIB, que ponen de manifiesto que el uso no se corresponde con los conocimientos que tiene la población. Y es un problema, porque, de cada vez, el uso recula un poco más. Es muy preocupante, porque se reduce el uso social del catalán, es un factor a tener muy en cuenta.

¿Ha cambiado el contexto tras las últimas elecciones?

—No tendría que ser así, porque históricamente ha habido gobiernos conservadores que han tenido un posicionamiento distinto. Pero sí es cierto que, actualmente, no podemos estar contentos con la política lingüística del Govern y lamentamos que se estén dando pasos. Es la sensación de ver que, como sociedad, no acabamos de avanzar. En 2015 nos recuperamos después de la ‘época Bauzá’, que fue bastante conflictiva, recuperando la Dirección General de Política Lingüística, con las funciones que le corresponden. Ahora, otra vez, este órgano ha desaparecido y algunas de sus funciones se han derivado al Institut d’Estudis Baleàrics. Es una alteración del organigrama del Govern, que ningún gobierno mínimamente serio debería permitirse y hace que la normalización lingüística nunca acabe de llegar a buen puerto.

¿Echan de menos más implicación de las instituciones públicas? Sobre todo del Estado.

—Sí, las instituciones olvidan muchas veces el mandato que tienen, de trabajar a favor de la normalización lingüística y el uso y el fomento de la lengua, para que sea herramienta de acogida de los recién llegados, de los derechos lingüísticos de los ciudadanos. Son aspectos regulados, pero que, a menudo, gobiernos de todos los colores no suelen tener como prioritarios. Es un déficit que arrastramos de muy atrás. Es cierto que, ahora, la situación se ha agravado, porque, aparte de la inacción, hay actuaciones contrarias a la normalización. Que haya un régimen jurídico es básico, pero no suficiente para garantizar la salud de una lengua.

Que Francina Armengol haya impulsado el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso, ¿es un paso importante?

—Es una gran decisión. Seguramente es una medida simbólica, porque no tiene un efecto directo en el uso en la calle, pero es importante poner al mismo nivel todas las lenguas del Estado, porque reconoce la diversidad lingüística y que todas son importantes. Es un paso que valoramos muy positivamente, aunque ha tardado muchos años en llegar.

Han aprobado su plan de acción para este año. ¿Qué contempla?

—De entrada queremos poner las bases para tener un mínimo de tejido social, para llegar al máximo de gente y poder actuar. Los objetivos que hemos planteado son bastante humildes. La prioridad era reactivar la asociación, crear un discurso positivo, dar herramientas para combatir las desinformaciones y manipulaciones, intentos de desprestigio que circulan. Hemos creado un grupo de opinión, «Xerram d’on som», con diez colaboradores que, en enero, empezaron la publicación de artículos en «Es Diari». La idea no es ir a remolque de la actualidad, sino generar un discurso positivo y dar herramientas que fomenten la autoestima y el autoconocimiento como hablantes.

¿Cómo difundirán su labor?

—Por primera vez tenemos página web, accioculturalmenorca.cat, y activamos las redes sociales para llegar al máximo de gente. Lo primero es reactivar el contacto con los antiguos socios y posibles nuevos colaboradores, pueblo por pueblo, para tener una red de simpatizantes y poder trabajar con otras entidades con elementos en común. De hecho, el sábado,Cas Vesins, con el apoyo de ACM, organizó en Ferreries una charla sobre toponimia. Hay otra prevista a finales de abril y una presentación de un libro del Cercle Vallcorba, el 7 de mayo. Y tenemos ideas de actuaciones a impulsar, de tipo festivas y culturales, para dar visibilidad a las entidades que, en Menorca, trabajan por la lengua.

Hablaba de lanzar discursos positivos.

—Sí, queremos dar difusión a experiencias positivas con relación a la lengua, porque normalmente, en los medios aparecen solo noticias negativas. Aunque la situación sociolingüística es complicada, también los hay ejemplos positivos y de éxito. Hay mucha gente que llega y tiene interés por conocer nuestra realidad y aprender la lengua, y ha de valorarse.

¿Trabajan con otras entidades?

—Es otro eje principal, la colaboración con otras entidades del territorio, la Obra Cultural Balear, la Plataforma per la Llengua. La idea es que, entre todos, demos visibilidad a todo aquello que podamos trabajar, hacer conjuntamente, pensando que es positivo, porque podemos llegar a más gente y aprovechar mejor los recursos que tenemos. También está previsto que participemos en el Consell Social de la Llengua Catalana, el Fòrum d’Entitats de Menorca o la Federació Llull.

En su web hablan de combatir las «campañas agresivas» contra el catalán. ¿Cómo?

—Aquí encontramos una suma de ignorancia y mala fe, por parte de algunas personas. Cuando uno conoce la historia, tiene conocimientos científicos y está mínimamente formado, muchas cosas caen por su propio peso. Basta estar un poco atentos, para saber qué lengua está en una situación más precaria. Ese es un objetivo del grupo de opinión, hablar de temas que tienen que ver con nuestro entorno, derechos lingüísticos, la situación de la lengua, del contacto entre idiomas, aspectos de sociolingüística que es lógico que el ciudadano de a pie quizá no conozca.