Gonçal Seguí este fin de semana, en uno de los caminos rurales de Es Castell que ha ayudado a recuperar. | Gemma Andreu

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Prejubilado de la gerencia de la asociación Leader Menorca, que ha gestionado durante dos décadas, Gonçal Seguí Chinchilla (Es Castell, 1959) da continuidad a su prolífica trayectoria social asumiendo la presidencia de la renacida Federación de Asociaciones de Vecinos. Último eslabón, por ahora, de una cadena vital que lo ha ligado con el movimiento Escolta, Cruz Roja, el tercer sector, la recuperación de caminos rurales y las casetes de vorera, la cooperativa SomEnergia y la agrupación de electores Som Es Castell, de la que fue concejal entre 2019 y 2020.

Recién jubilado y ya se lía a presidir la Federación de Asociaciones de Vecinos de Menorca. ¿No sabe estarse quieto?

(Risas) Tengo una facilidad enorme para liarme. Ya en mi época de estudiante en Barcelona me involucré en un movimiento universitario y, al regresar a Menorca, completé 18 años de escultismo. La implicación me viene de mi padre, Juan Antonio Seguí Mercadal, que creó la cooperativa farmacéutica (COFARME), la de viviendas Virgen de Monte Toro (Cases de s’Ateneu) y la Cooperativa de Consumo Vírgen de Gracia. También remodeló la posada del Toro, con acuerdo del obispo. Esa actividad la he mamado desde pequeño.

Tras implicarse en múltiples entidades, ¿cómo ha llegado a la Federación de Vecinos?

—Como miembro de Es Castell, ya ejercía de tesorero de la federación de Menorca. Pero nos metimos tan de lleno en la Plataforma pel Transport Aeri Digne que logramos 24.000 firmas de apoyo, pero acabamos agotados y la entidad se desmembró. Solo quedamos Antón Soler como presidente y yo de tesorero.

¿Cómo han logrado reactivar en poco tiempo la entidad?

—Nos preocupaba ver como Ciutadella, que había tenido siete u ocho asociaciones de vecinos, apenas mantenía una. O que en Maó las pocas juntas que quedaban pendían de un hilo. Así que nuestro primer cometido ha sido apoyar a las 25 asociaciones que aún siguen activas, y tomar el ejemplo de históricos como Montse Capell o Pepe Tadeo. Josep Sastre le ofreció un antiguo convento de monjas por 2 millones y medio de pesetas, y Pepe aglutinó 600 familias de Es Castell, cada una de las cuales puso 500 pesetas para, con bonos y un préstamo, comprar el edificio al Obispado. También comprometió a numerosas personas y lo convirtió en la casa del pueblo.

¿Antes resultaba más fácil movilizar a la gente?

—¡Y tanto! Llevamos desde noviembre denunciando el ruido del barco ‘Ciudad de Granada’ en su entrada al puerto de Maó. Muchos ciudadanos lo sufrían, pero no hacían nada. Pero ahora, a fuerza de insistir, ya requerimos al presidente de Autoridad Portuaria, Javier Saez, que encargue más sonometrías. No se fía de las que hemos aportado, cuando las ha hecho la Policía de Maó y con el aparato más fiable de Menorca. Además, una vez ha atracado, el buque deja 37 horas seguidas los motores en marcha. Es un disparate.

Pues Autoridad Portuaria se comprometió a invertir en    un sistema para que los barcos en puerto no tuvieran encendidos sus motores.

—Nos prometen el cold ironing desde 2021, pero para hacerlo precisan una inversión de 3’3 millones. O nos toman por tontos o echan balones fuera. La noche que el presidente de APB pasó en el hotel Mirador des Port le permitió comprobar el estruendo que hace el barco al entrar a las cinco y media de la mañana.

¿Cómo encajaron que el director institucional de Grimaldi-Tras dijera que antes cambiarían de puerto que de barco?

—El buque tiene un problema mecánico que genera más ruido que cualquier crucero que amarra al otro lado del puerto. Además, Grimaldi tiene firmada una OSP marítima entre Barcelona y Maó que le obliga a prestar el servicio tres veces por semana. Así que no puede reaccionar con chulería y decir que antes cambiaría de puerto. Imagino que Autoridad Portuaria se lo habrá recordado. Si APB    encarga la sonometría ya, nos parecerá perfecto. Pero si da largas y demora la respuesta hasta la inversión prevista en 2025, es que no nos hacen caso.

Gonçal Seguí, celebrando un aniversario familiar con sus hijos, en una foto de 1998.

Y la administración, ¿no actúa?

—¿Cómo se explica que desde el 30 de enero se hayan entrado en el Consell cuatro registros diferentes, con las dos sonometrías y los informes de la Policía Local, y nada haya llegado al presidente, pero sí a la Sindicatura? O alguien del Consell le está ocultando la información al presidente o miente. Es el representante de Menorca en el consejo de administración y tiene que dar la cara.

¿Qué problemas tienen las asociaciones de vecinos?

—Hemos formado una junta directiva de nueve personas. En la primera reunión acudieron 13 entidades, expusieron sus problemas y fijamos un plan de ruta. Lo prioritario es gestionar los temas internos para que las asociaciones no tengan que cerrar, y el segundo es la vivienda. He contactado con el presidente de la Confederación española para que nos asesore, por ejemplo, a la hora de decidir si acudimos o no al Defensor del Pueblo por los ruidos del puerto de Maó. No nos quedaremos de brazos cruzados y buscaremos soluciones.

¿Qué solución le ven al problema de la vivienda?

—Es complicado, pero contamos con dos armas: la presidenta del centro histórico de Maó es Roser Román, que ha sido directora insular y ha apostado por el cohousing, el modelo de viviendas compartidas. Y, ademas, la Confederación ha editado una guía de vivienda y eficiencia energética junto a los arquitectos.

¿Volverán a reivindicar la falta de vuelos con Menorca?

—Ahora no se considera una prioridad. Pero sí la vivienda y    lo concerniente al cambio climático y la emergencia energética.

Fue fundador de Som Energia.

—El ingeniero Rafa Muñoz me presentó al creador de Som Energia, el sueco Gijsbert Huijink, y allí surgió el grupo local de Menorca. Tengo el carnet 2.300 y pico de los 96.000 socios que ya somos.

¿Podrá cumplirse el objetivo de la Menorca 2030 de alcanzar el 85 por ciento de renovables?

—Eso espero. Pero he sentido una profunda decepción al ver como Red Eléctrica se ha cargado la planta solar de Trepuconet. Ya llevamos ocho años. Es desesperante. Tampoco se ha hecho la planta solar en Son Cartet. Endesa le compró el proyecto al dueño por el doble de dinero. Lo importante no es tanto que haya más energía renovable, sino que esté en manos de menorquines y tengamos más autonomía.

De Som Energia pasó a Som Es Castell. ¿Por qué decidió entrar en política?

—Esa inquietud me nació en mi época de presidente de la AAVV de Es Castell. Elaboramos un documental sobre los cuarteles, que presentamos en 2014, antes de la campaña. Y Marc Pons prometió que, si ganaba, los cuarteles volverían a ser publicos. Hay que reconocerle que cumplió.

¿Por qué se tardó tanto en lograr que fueran públicos?

—Porque la entonces alcaldesa Maria Borras no fue capaz de convencer a Joana Barcelo de que los comprara, cuando Defensa los tenía en venta por solo 166 millones de pesetas, lo que valía un chalé con piscina en Santa Anna. El PSM prefirió los cuarteles de Es Mercadal. Ramon Orfila sabía a qué puerta llamar y los obtuvo en un plis plas. En cambio, nosotros llevábamos 15 años luchando y no había manera. Pero, una vez fueron públicos, el Govern nos propuso convertirlos en un geriátrico y un centro educativo. Es Castell es un pueblo dormitorio, a los 12 años los chavales se van y ya no vuelven. Cogen el autobús, van a los institutos de Maó, hacen amigos allí... Los jóvenes han perdido la identidad de Es Castell, y queremos recuperarlos. Es la filosofía por la que pedimos el nuevo instituto.

Pero los directores de Maó también siguen presionando para que se construya allí.

—Es Castell habría querido un instituto como los de Ferreries o Alaior, donde los chavales van a pie al colegio. Así no los desarraigas y frenas que Es Castell sea cada vez más un pueblo dormitorio y apéndice de Maó. A nivel de comercios es un drama. La mayoría ya están cerrados. Ahora el alcalde quiere hacer un aparcamiento para 400 coches en el patio del cuartel de Ingenieros y también propone una promoción de pisos de protección oficial, cuando todos los centros en Menorca se quedan pequeños y acaban ampliándose. Es un disparate limitar tanto el espacio.

¿Cómo surgió la agrupación de electores?

—La izquierda siempre perdía porque, por piques y egos, concurría dividida a las elecciones.Costó varias legislaturas, hasta que se dieron cuenta que cabía ir juntos. Nos apoyan el PSM, EU y Els Verds, pero somos una agrupación de electores con plena autonomía. La primera legislatura no quise ir a las listas y ns quemos en la oposicion. Luego, estuve 14 meses de concejal.

Hasta que tuvo que dimitir. ¿Le duele aún que tuviera que renunciar al cargo por ceder una parcela municipal a un vecino sin mediar contrato?

—Creo que fui coherente y ojalá todos los políticos lo fueran tanto como yo. No solo debía enfrentarme al PP, sino que una parte del PSOE y de Som tampoco lo veían claro. Así que dí un paso atrás. Mi técnica se olvidó de advertirme de la necesidad de formalizar y notificar la cesión de la parcela. Me dijo que el payés de al lado quería soltar animales, lo consulté a la junta de gobierno y accedimos, porque nos interesaba limpiar esa tanca para la planta de Trepuconet. Pero me debería haber advertido que cabía formalizar la cesión. El día que se destapó, no sabía ni quién era el propietario y luego resultó que era del PP. Santa inocencia la mía.

Estos últimos años ha terciado también para proteger las ‘casetes de vorera’.

—El conseller Lafuente nos ha prometido que encargará a la UIB el borrador de un proyecto de ley autonómico que no contradiga la Ley de Costas. Pero quiere que los ayuntamientos cataloguen las casetes de vorera. Así que hemos hecho un inventario de las 170 que hay. La idea es que la ley fije un cánon y la actividad que se permite. Nosotros pedimos que se mantenga la tradición marinera, de pesca, anar de vega, a romandre y de almacén de barcas.

¿En qué nueva entidad le gustaría implicarse?

—Me acabo de hacer socio del Ateneu de Maó. Deberé aprender a decir que no.

¿Cómo valora su cometido de 20 años en la gestión de los fondos europeos Leader?

—Entré en 2002, la entonces consellera Ester Riudavets me dio la reglamentación europea y me pidió que yo mismo lo pusiera en marcha. Ahora ya son 4 personas: un gerente que me ha sustituido, dos técnicas y una administrativa, y el Leader ha gestionado en todo este tiempo casi 30 millones de euros. Nació en representación de 34 entidades vinculadas al mundo rural y pesquero y su gran virtud es ser la única ayuda europea que no está redactada por un burócrata de Bruselas. Pero se ha desvirtuado mucho. Los burócratas y la auditorías le han ido recortando las alas. Cada vez dejan hacer menos cosas y de forma más limitada.

Los fines de semana también sale a desbrozar y recuperar caminos.

—Nació dentro de la asociacion de vecinos., Había que organizar excursiones y vimos que había un trabajo pendiente de recuperación de numerosos caminos rurales. Ya hemos rehabilitado 14 en diez años, pero la a asociación se nos ha quedado pequeña y hemos creado otra, Voluntariat de Camins i Jaciments i Camins de Menorca, para poder actuar también en otros municipios.

El perfil

Máster en administraciones locales y autonómicas por la UB, Gonçal Seguí empezó trabajando en Menorquina de Materiales, fue coordinador de Cruz Roja en Maó y dinamizador juvenil de Sant Lluís. Desde 2002 y hasta el año pasado fue el gerente de la asociación Leader Menorca. Socio del GOB y de Som Energia, en el ámbito asociativo ha sido jefe de escultismo del agrupamiento escolta Àngel Ruiz y Pablo y miembro de asociaciones de padres. Ha fundado el Fòrum d’Entitats del TercerSector y la agrupación de electores Som Es Castell, de la que fue concejal. Ha ocupado diversos cargos en la asociación de vecinos de Es Castell y ha sido tesorero de la Federación de Vecinos de Menorca, que actualmente preside. Presidente de la Agenda Local 21 de Es Castell entre 2019 y este año, ahora preside la nueva asociación Voluntariat de Camins i Jaciments y es el secretario de la nueva entidad Casetes de Vorera de Menorca.