Juan de Dios Roldán (derecha) espera su turno para declarar este martes en los juzgados de Maó. | Javier Coll

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«No me dijeron nunca que la máquina debía limpiarse parada, nadie me explicó cómo limpiarla ni me dio ningún manual, sabía repararla porque había visto cómo lo hacían otros compañeros». Así explica Juan de Dios Roldán el trabajo de mantenimiento que realizaba en una de las cintas transportadoras de la planta de hormigón de la cantera de Loreto y que en noviembre de 2011 le costó la amputación total de su brazo derecho al quedarse enganchado en la máquina.

El juicio contra la mercantil Hormirapit, S.A., los socios propietarios Cristóbal O.G. y José O.G. y la técnica de prevención María G., se celebró este martes en los juzgados de Maó en dos sesiones maratonianas de mañana y tarde y con numerosos testigos, aunque la mayoría por parte de la defensa de los empresarios, que están acusados de un delito contra los derechos de los trabajadores y dos delitos de lesiones imprudentes por los que la acusación particular pide una pena de tres años de prisión para cada uno de los tres imputados y una responsabilidad civil de unos 500.000 euros.

El Ministerio Fiscal rebaja la petición a dos años de cárcel y la indemnización a cerca de 400.000 euros.
Los abogados de la empresa y de las aseguradoras sostuvieron a lo largo de la vista que el empleado conocía el manejo y la peligrosidad de la maquinaria, que había recibido formación de prevención de riesgos específica y sabía que no debía meter la mano en la cinta, que tenía que estar parada para su limpieza, como insistió en su testimonio la técnica de prevención imputada en este caso, quien aseguró que la evaluación de riesgos fue entregada a la empresa y que ésta la dio a sus empleados.

Pero la víctima del accidente laboral insistió en que no metió la mano en la máquina, que era un «comodín» dentro de la empresa porque también realizaba trabajos de chófer y que no era el único que limpiaba la cinta, «si yo no estaba lo hacía otro que estuviera». Añadió que «cuando le avisaron de que había un problema en la cinta transportadora «llena de material que se caía al suelo», le dijo al encargado de la planta «que la pusiera en marcha para limpiarla». A preguntas de la defensa el trabajador insistió en que «si no da vueltas el rodillo no se puede limpiar» y se reafirmó en que «todo el proceso se realizaba con la cinta en marcha, sí señor», contraviniendo las normas de prevención de riesgos que, según la técnica acusada, indican que la maquinaria debe estar parada y con la llave fuera del contacto.

Juan de Dios Roldán, quien según los responsables de la empresa era además 'recurso preventivo' mostró sorpresa al ser preguntado por este extremo y respondió con un «¿eso qué es?». Manifestó que su formación había consistido en un curso sobre riesgos laborales de 60 horas pero dedicado a la albañilería.