Mesquida había participado en las carreras del Hipódromo el día anterior al del accidente. | Gemma Andreu

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La muerte de Llorenç Mesquida Torres, un veterano del trote, ha llenado de luto el deporte hípico menorquín. Solo unas horas antes, el sábado por la tarde, había participado en la que sería la última carrera de su vida.

Ciutadellenc, de 71 años, había salido el domingo por la mañana a dar unas vueltas con el mismo caballo con el que había corrido la tarde anterior. Era una rutina que practicaba en la pista que tenía en una tanca próxima a las instalaciones del matadero.

Estaba solo, como tantas otras veces, y no llevaba el casco porque era un entrenamiento para mantener la forma. En su entorno se apuntaba ayer que el exceso de confianza, como no tomar la precaución de ponerse casco como se exige durante las carreras, pudo ser una causa más del fatal desenlace.

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Según la hipótesis del accidente, durante el ejercicio de trote el caballo se desbocó, el conductor no pudo controlarlo y acabó fuertemente golpeado en la pared seca que delimita la parcela. No tuvo atención inmediata porque estaba solo y tampoco pudo pedir auxilio porque quedó en muy mal estado, inconsciente y con un golpe en la cabeza.

Fue hallado por un sobrino suyo y todavía estaba con vida. Los primeros auxilios y la petición inmediata de atención de los servicios sanitarios fueron estériles, según narraba ayer un amigo, buen conocedor de la víctima, apesadumbrado por el suceso. «Era una persona muy apreciada, me duele profundamente», dijo.

El caballo no sufrió lesiones y sigue siendo útil para la hípica.