Los burros están en peligro de extinción. El número de ejemplares ha descendido de manera alarmante en España: de los 1,2 millones de la década de los 40 a los 50.000 de la actualidad. | M.D.R.

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Velar por la protección del burro en el medio rural de Menorca es el objetivo de la asociación que impulsan Sunita y Debbie desde un terreno del municipio de Alaior por el que ahora trotan más de una veintena de ejemplares una vez recuperados.

La asociación Menorca Donkey Rescue se puso en marcha hace menos de un año, y durante este tiempo ha rescatado y acogido a 21 burros procedentes de diferentes lugares de Menorca.

Los burros habitan en un terreno de unas diez hectáreas, ganan peso, sus heridas sanan, recuperan el pelaje y también la confianza con los cuidados que les dispensan Sunita Kumari y Debbie Mortimer, responsables del proyecto, así como su equipo de personas voluntarias.

«Nuestro amigo Joan es quien nos ha proporcionado este maravilloso espacio, que hemos acondicionado poco a poco con la ayuda de otros compañeros y voluntarios», explica Sunita.

Los primeros burros de los que la agrupación se hizo cargo llegaron de una finca que se puso en venta y cuyos propietarios no sabían qué hacer con ellos, y de un agroturismo en el que los animales no recibían los cuidados necesarios.

«El cambio que han experimentado estos animales es enorme. Llegaron muy delgados, y uno de ellos con sarna y cubierto de moscas. Nuestra prioridad siempre es que cojan peso y que el veterinario les dé el tratamiento que necesitan», explica Sunita.

Debbie relata que el pasado febrero recibió una llamada de teléfono desde Ciutadella avisando de que en una finca había 20 burros en pésimas condiciones sanitarias.

Tras realizar gestiones con el propietario de la finca, las responsables de Menorca Donkey Rescue consiguieron rescatar a 13 ejemplares, seis machos y siete hembras, todas preñadas.

«Hoy ha nacido el primero y está bien, así que estamos muy contentas. Los burros llegaron aquí hace una semana y por fin se acercan a nosotras», explica Debbie.

«Lo primero es que los adultos se recuperen y que las crías estén con las madres el tiempo necesario, al menos seis meses. Después, poco a poco, buscaremos familias adoptantes», explica Sunita.

Todos los burros acogidos por la asociación son una mezcla de razas, excepto uno de estos, que es de la variante menorquina.

Las seis razas puras de burros que existen en España están amenazadas por la extinción, motivo por el que se han creado asociaciones que tratan de proteger a este animal.

El número de ejemplares en España ha descendido de manera alarmante, de los 1,2 millones que había en la década de los 40 del pasado siglo se ha pasado a los 50.000 de la actualidad.

Es la trayectoria de un animal que puede llegar a vivir unos 25 años y que ha sido usado para transportar carga y otros trabajos en entornos, por lo general, duros.

Menorca Donkey Rescue, que acaba de empezar, lanza un mensaje con el fin de contar con mayor número de voluntarios, patrocinadores y apoyo, incluso apadrinando a alguno de los animales.

«Nosotras venimos todos los días a cuidarlos y darles de comer. Pasamos horas con ellos. Es nuestra rutina diaria, pero es algo que nos llena», explica Debbie.

«La comunidad inglesa nos aporta mucho. Incluso hemos organizado conciertos benéficos, y hay quien nos trae comida para los burros. Toda colaboración es bienvenida», concluye Sunita.