Maria Camps interpretó el ‘Cant de la Sibil.la’ | Gemma Andreu

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La Missa de la Nit de Nadal en la Catedral de Ciutadella empezó con el ‘Cant de la Sibil.la’, que interpretó la soprano Maria Camps acompañada al órgano por Tomé Olives y la Capella Davídica, dirigida por Katia Moll. Consistió en la versión menorquina cuyo origen hallamos en un manuscrito de ‘Els Pastorets’ del siglo XVIII.

El ‘Cant de la Sibil.la’, de origen medieval, fue prohibido por el Concilio de Trento (1545-1563) al rechazar su contenido apocalíptico, pero se continuó interpretando el ‘dissabte de Nadal’ en las iglesias de Mallorca y también Menorca porque la Iglesia menorquina formaba parte de la diócesis mallorquina hasta la restauración de la sede episcopal de Ciutadella con el obispo Antonio Vila Camps en 1798. Dejó de cantarse también en Menorca hasta que, hace quince años, se recuperó en la iglesia de Santa María de Maó.

En la homilía, el rector de la Catedral, Josep Manguán, pidió a los asistentes entrar en la lógica de Dios para descubrir su fuerza en la debilidad. «Dios se manifiesta en la debilidad y la ternura de un niño que acaba de nacer; un niño que transmite un mensaje de esperanza», afirmó. A continuación dijo que «la lógica de Dios no se basa en la fuerza ni el poder, sino en la transformación de su ternura desde la angustia y el sufrimiento».

El niño que nace es la expresión de la ternura de Dios que los cristianos acogemos como un regalo porque nos ilumina e interpela ante la realidad de la crispación, la falta de diálogo y los conflictos entre los poderes de un mismo Estado.

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Manguán subrayó que la violencia de la guerra constituye un fracaso de la humanidad y proclamó que «tras haber logrado vencer el virus de la pandemia, ahora hay que superar el de la guerra, aunque sea más difícil» y aludió a Ghandi, del que ofreció esta reflexión: «para el camino que quieres ver en el mundo, tu has de ser el camino».

‘Calent’ al final

Al concluir la celebración eucarística, los asistentes fueron invitados a degustar, en la plaza de la Catedral, un vaso de ‘calent’ elaborado con la antigua fórmula de Menorca de esta bebida espirituosa propia del ‘dissabte de Nadal’. Esta fórmula se conservó y transmitió en los recetarios de los conventos franciscanos de Maó y Ciutadella.

Elaborada con diversos licores, con el anís como base principal, el ‘calent’ se bebía en los maitines de la Navidad.