Fosquets de Lithica se ha convertido en uno de los grandes festivales del verano.  | Josep Bagur Gomila

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Este año (el 9 de noviembre) se cumplirán treinta años de la puesta en marcha de Lithica y su proyecto de    rehabilitación integral de las Pedreres de s’Hostal en Ciutadella con el objetivo de convertirlas en espacio lúdico y cultural respetando siempre su personalidad. Un trabajo que, con el paso del tiempo, ha dado sus frutos. No ha dejado de crecer desde sus inicios y en 2023 alcanzó una cifra de récord con 54.071 visitantes, cerca de 10.000 más de los que pasaron por el recinto el año anterior.

Lithica, como Menorca, está de moda, y especialmente entre el turista francés, el que tuvo más presencia el pasado año (también en 2022) en las canteras (22.219) por delante de lo que suman las visitas locales y del turista español (21.454). El crecimiento, con la excepción de los años de pandemia, ha sido muy notable en el último lustro: en 2018 se vendieron 28.415 entradas (en ocho meses). El éxito a veces supone un problema y ello propició el año pasado que los responsables del proyecto, mediada la temporada, se vieran obligados a introducir la venta on line previa de tickets para escalonar las visitas y evitar los colapsos de aparcamiento y aglomeraciones.

Icono exitoso

Las canteras de Ciutadella se han convertido de alguna forma en todo un icono muy reconocible. Hoy, por ejemplo, se estrena en cines «Faro», una película rodada en la Isla que no dejó pasar la oportunidad de filmar unas escenas en su laberinto de piedra. Esa era el plan inicial, pero explican desde Lithica que cuando descubrieron otros rincones, como los jardines, también los aprovecharon como escenario. Una localización que hemos visto en otras producciones audiovisuales (la serie «Los espabilados» y próximamente en la película «Mare’s Nest»), en videoclips (Leiva), catálogos de moda y en alguna boda mediática (Edurne y De Gea).

Lithica tiene una parte cultural y otra comercial de servicios, pero con la experiencia reciente se ha decidido que estos últimos no pueden alterar a las visitas. «Tenemos un punto proteccionista», apunta Anna Maria Bagur desde la Fundació Lithica, «es un patrimonio de todos y hay que intentar buscar un equilibrio, las actividades paralelas no pueden ir en detrimento de los visitantes».

El número de visitantes aumenta cada año.

Sobre el éxito que está viviendo actualmente el proyecto cultural, Bagur sostiene que la clave, más allá del evidente aumento del turismo, es que se trata de un enclave que tiene «una identidad diferente y con una gran variedad de intereses». Además, también se organizan talleres y se ofrecen visitas guiadas en inglés, y luego, recuerda, está esa moda de que vivimos en unos tiempos en los que «todo el mundo hace fotos y le gusta explicar dónde ha estado y cómo lo ha vivido» en las redes sociales, sin duda una de las campañas publicitarias más eficientes hoy día.

Visitas más repartidas

Como ya sucede a nivel insular, aumenta el número de visitantes cada año y estos se reparten a lo largo de más meses. La desestacionalización también es un hecho evidente en Lithica. El pasado abril pasearon por las canteras 6.612 personas (la mitad de ellas de nacionalidad gala) y en octubre lo hicieron 5.631. Entre medias, ningún mes bajó de los 7.000 y mayo (8.220) y agosto (8.841) fueron los picos de 2023.

El público menorquín se mantiene estable en los últimos tiempos, en torno a las 1.500 visitas al año, y se adivina cada vez una tendencia de gente que llega    desde Mallorca para hacer una ruta en la Isla con Lithica como una de las paradas fijas.

Punto de vista

El festival Fosquets de Lithica, otra seña de identidad del proyecto

Desde hace años, las canteras también explotan su entorno como escenario de actividades culturales. Una propuesta que en las últimas temporadas ha dado un gran salto con una iniciativa más profesionalizada, el festival Fosquets de Lithica, cuya programación se extiende durante gran parte del verano. El año pasado por la docena de espectáculos programados y los recitales de Quietud Musical pasaron 4.390 espectadores. El festival, que intenta variar cada edición sus propuestas, ahora está instalado en un estilo que apunta más a hacia las músicas del mundo y clásica. La participación de artistas locales es otra de las señas de identidad de la cita.