La cita con el festival Classic Garage supuso una nueva oportunidad para poder ver de cerca una colección de vehículos que ya militan dentro de la categoría de históricos. | Josep Bagur Gomila

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Por muchos años que transcurran, parece que los coches clásicos no se pasan de moda. La nostalgia, en tiempos en los que los vehículos eléctricos intentan abrirse camino, sigue siendo un valor seguro, y es por eso que citas como la que se celebró ayer en Alaior, la tercera edición del evento Classic Garage, son un éxito de público. «Cuando hablas con los asistentes te das cuenta de que existe ese punto de romanticismo, de ver qué coche podían tener su padre o su abuelo», explica Francisco Benítez desde el Rotary Club Mahón-Mô, entidad organizadora del evento, con la colaboración del Ayuntamiento de Alaior.

Fotos: Josep Bagur Gomila

Cerca de un centenar de vehículos se reunieron en el polígono de La Trotxa, que se convirtió en un garaje al aire libre que invitaba a viajar al pasado. Una cifra que podría haber sido mayor, si el mal tiempo de la jornada anterior no hubiera ahuyentado a algunos coleccionistas, que no quisieron arriesgar demasiado. Y es que estamos hablando, recuerdan los organizadores, de auténticas joyas sobre ruedas, algunas de ellas, tras ser restauradas, con un valor muy superior al de un vehículo medio en el mercado.

Acudieron a la cita un buen número de entidades insulares relacionadas con el motor y, también, algunos particulares que se sumaron a la fiesta sin inscripción previa. Y es que, explica Benítez, el Classic Garage es una feria con un espíritu abierto y, además, con fines solidarios. El dinero recaudado con la paella que prepararon (con raciones disponibles para 600 personas) se entregará a la Creu Roja, entidad que este 2024 está celebrando los 125 años desde su fundación en Menorca.

Los visitantes pudieron ver, y también tocar, vehículos que echaron a rodar por primera vez hace 70 años, como el siempre elegante Mercedes Benz negro. También, coches mucho más asequibles y, en España, icono de toda una época, como los Seat 600 o 127. Todo, dentro de una feria que se organiza por bloques y un espacio reservado para otros modelos más robustos, como los Land Rover, y también para las motocicletas, entre las que no podían faltar las Vespa.

La sorpresa de la jornada fue la participación de un camión retirado de la flota menorquina de Bomberos, que sirvió para hacer una demostración ante los más pequeños. Un vehículo que tiene 50 años de historia y que próximamente será enviado a Paraguay. La guinda a un festival que no ha hecho más que empezar a rodar, pero que apunta a afianzarse en el calendario invernal de la Isla.