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El reloj que ayer me regalaron los señores de Ports de les Illes Balears marca al escribir estas líneas las nueve de la noche. Es bonito. Con correa de plástico y esfera negra. Como yo, varias decenas de personas ayer se fueron a su casa con un reloj nuevo en la muñeca tras asistir a un acto que algunos definen como histórico y otros como un simple paripé.

El despliegue de medios (y no precisamente de comunicación) era espectacular. Unas azafatas te recibían al llegar al dique. Dos, concretamente, para indicarte dónde aparcar.

Luego, cuatro más esperaban en la futura estación marítima, vestida con una alfombra azul y mesas vestidas con manteles blancos impolutos, seis pantallas informativas y hasta un pequeño guardarropas. Servidor llegó hasta el dique en coche particular, pero hasta tres autobuses se desplegaron para traer a los invitados. Estaban todos. De la clase política, el presidente del Govern, varios consellers autonómicos, el presidente de Menorca, los consellers de Ordenación del Territorio y de Turismo, consellers de la oposición, concejales en el Ayuntamiento de Ciutadella, la alcaldesa de Ciutadella, el alcalde de Es Castell, el delegado de Educación en Menorca (¿qué pintaba ahí?)... Y seguro que me dejo alguno. Luego estaban representantes de asociaciones empresariales, del mundo náutico, de las fuerzas de seguridad... Mucha corbata y mucha sonrisa, como viene siendo habitual en estos últimos días, en los que parece que Menorca se ha convertido en un inmenso escenario por el que desfilan nuestros políticos representando su mejor papel, en el que no puede faltar una sonrisa y un golpecito cariñoso en la espalda.

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Apostados en los acantilados, esperando cerca del castillo de Sant Nicolau o incluso en Sa Farola, un montón de curiosos, plebe mundana, presenciaban el acto que quiso llamarse, según el Govern, primer amarre de buques en el puerto exterior de Ciutadella. Curioso lo de este acto. Primero, porque el de ayer no fue el primer amarre de un buque en el dique.

Ya pudieron ver ustedes en este y otros medios hace unos días las fotos del "Nura Nova" haciendo pruebas en el nuevo puerto. ¿Aquello no fue un amarre? ¿O es que si no hay políticos para verlo no se puede considerar como tal? Entre los periodistas ayer nos preguntábamos cómo debíamos definir lo que estábamos presenciando. Por el montaje, la descubierta de placas y los discursos, podía parecer que estábamos ante una inauguración, pero en teoría, una cosa no se inaugura si luego no va a entrar en funcionamiento, y para el dique no hay fecha de estreno. ¿Qué necesidad había de celebrar por todo lo alto un primer amarre de buques que, al final, no es tal? A veces a un servidor le riñen por ser un mal pensado, pero es que lo de ayer tenía todos los mimbres para ser calificado de acto electoral encubierto. Estaban todos, y estábamos todos los periodistas, los cámaras y los fotógrafos.

Y claro, uno no tiene nada contra los actos preelectorales, más que la pereza profesional de ir escuchando promesas y balances magníficos de lo realizado. Pero es que lo de ayer seguramente se les fue de las manos. Claro que el hecho de que Ciutadella tenga al fin su puerto exterior es motivo de celebración para la mayoría, pero no se debe aprovechar este ansia social al ver satisfecha una demanda centenaria para intentar captar votos buscando la fotografía. Alguien me preguntaba, al salir del acto: "¿Y este reloj, quién lo paga?". No supe que contestarle. "Todos, supongo", esbocé.

El reloj marca ahora unos minutos más que antes. Sigue funcionando, con el logo de Ports de les Illes Balears de fondo. Mañana seguirá marcando las horas (espero), y me recordará que un día asistí a una inauguración que no era tal y a un primer amarre de buques que en realidad era el segundo. Cosas de esta profesión mía, tan curiosa y sorprendente cada día.