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Es el momento de asumir la situación, de aceptar el rol de favorito número uno al título de Liga por razones más que obvias tanto por el enorme potencial de la plantilla, como por el hecho diferencial de haber sido el campeón indiscutible del campeonato regular. A estos factores determinantes se une el buen manejo del plantel que ha hecho su entrenador hasta la fecha y el tiempo extra del que ha dispuesto para preparar el asalto al título tras dominar la competición de principio a fin.

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No se trata de incrementar la presión al club o a la plantilla pero tampoco de minimizarla. El club dio un paso adelante el pasado verano cuando prescindió de Fiorenza tras conseguir el subcampeonato, y apuntaló el plantel con un salto de calidad ilusionante a partir de un buen presupuesto y la llegada de Prychepa y compañía. Ya entonces quedó manifiestamente claro que la apuesta iba encaminada a engrosar las vitrinas de la modélica entidad con alguna de las tres competiciones que iba a disputar: Copa, CEV y Superliga, después de haber acariciado ya dos de ellas en los cursos anteriores. Y la realidad sugiere que acertó en su propio desafío pese a que la Copa se escapara en la final ante Murcia.

Pero no es menos cierto que tras el subcampeonato copero y, siempre ateniéndonos a la calidad de la plantilla y al nivel de sus rivales, ahora el título de la Liga aparece como la culminación necesaria del mejor equipo de historia del club y de una temporada que sólo será realmente distinta a la anterior si levanta el trofeo a final del play off. Hasta el Murcia, el único rival que, a priori, puede arrebatárselo, ha perdido a la estrella de la Liga, Priscila Rivero. No alcanzar el título sería una decepción en este caso porque este es el momento oportuno y el lugar adecuado para conseguirlo. A por él, entonces.