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Vista y no vista habrá sido la entusiasta aventura que emprendió el modesto club de Fornells el pasado verano para situar a la localidad costera en el fútbol balear de Tercera División. El empecinamiento de Garriga, Fuxà y compañía hizo realidad el salto a la categoría semiprofesional conquistada en el campo. Incluso la entidad logró superar el escollo administrativo que suponía obtener el permiso para mantener a Vadell en el banquillo pese a no disponer de la titulación requerida en esta categoría.

Pero, finalmente, el Norteño ha emprendido el camino de regreso cuando aún queda un mes de competición.

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El descenso es una decepción evidente desde el momento en que la reducida junta directiva hizo una apuesta arriesgada por recomponer la débil plantilla con la que había irrumpido en esta competición. El lastre de la primera vuelta, sin embargo, ha sido demasiado pesado y pese al salto cualitativo del plantel, los resultados le han abocado al retorno a la división inferior.

En todo caso, el Norteño mantendrá en su hoja de servicios una temporada en categoría nacional por la que ha pasado, esa es la verdad, con mucha más pena que gloria porque ni la respuesta de los aficionados ni del empresariado próximo ha sido la esperada. En su historial quedarán victorias de tanto prestigio cono las obtenidas ante Alaior, Manacor o Poblense, la renta más positiva del curso futbolístico.

A Garriga y sus hombres de confianza les corresponde ahora minimizar el desgaste económico que ha supuesto la llegada de los jugadores foráneos para que la entidad de Fornells vuelva a ser un equipo competitivo el próximo año en Regional Preferente. Y si la ocasión se presenta a corto, medio o largo plazo, acometer otro ascenso con más garantías, mejor infraestructura y más conocimiento.