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Lluís Coll Camps, un joven ferrerienc que trabaja como profesor de catalán de Lion, explicaba en este diario (en la sección "Menorquins al Món" ) que lo que más le había llamado la atención desde que vive en Francia son las normas de cortesía. En concreto, señalaba el casi obligado tratamiento del usted, sobre todo en las tiendas y añadía no saber cuántas veces al día acababa diciendo: gracias, de nada, por favor, buenos días o buenas noches, adiós... Nuestros vecinos del norte le llaman "politesse", que en castellano es educación.

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Las personas de mi generación teníamos en la desaparecida EGB una asignatura que –si no recuerdo mal– se llamaba Educación Cívico-Social. Te enseñaban, entre otras cosas, normas de urbanidad para comportarse correctamente, que podía ir desde cómo ceder el paso en una acera hasta la cortesía de ofrecer el asiento en un autobús a una persona mayor. La verdad es que esta "politesse" ibérica se ha ido perdiendo con el paso del tiempo. Al leer el comentario que hacía Lluís Coll –y aunque pueda sonar a "casposo"– sentí una cierta envidia del citado comportamiento de los franceses. Ya sé que ni todos los galos son un ejemplo ni que todos los españoles somos unos maleducados. Toda generalización entraña una injusticia. Pero en estos tiempos en que todos andamos un tanto deprimidos, recibir un "gracias" o regalar un "buenas tardes" hace que la convivencia sea más agradable.