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Los coches y demás vehículos a motor son uno de los mayores condicionantes a la hora de rediseñar los antiguos cascos urbanos, que se han visto desbordados por el crecimiento del parque automovilístico, lo que ha derivado en una mayor intensidad de la circulación rodada. Sin duda, ordenar lo que ahora se llama movilidad es uno de los principales quebraderos de cabeza de los ayuntamientos, como se ha visto últimamente en Maó y más recientemente en Sant Lluís. Precisamente, esta última población tiene tres arterias que han sido y son fuente de debate: la remodelación de la carretera que enlaza con Maó, la peatonalización o no de Es Cós y ahora el lío que se ha organizado en la Avinguda de la Pau.

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Por las dimensiones y el diseño urbano que tiene Sant Lluís, lo lógico es que los residentes se desplacen a pie. Las distancias son cortas y si las condiciones físicas lo permiten es lo más sano, agradable y ecológico. El problema es que hay que dar una solución a las personas que viven en los núcleos próximos o urbanizaciones, las que han de recurrir al coche para ir al trabajo -ya sea al Polígono o a Maó- y la avalancha de vehículos que se produce cada verano hacia las zonas turísticas.

Entiendo que la solución no es fácil. Lo que es más cuestionable es que se elija el mes de agosto para hacer experimentos. Lo único que se ha conseguido hasta ahora son molestias y quejas.