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La gélida relación entre el Ayuntamiento de Ciutadella y el Club Volei Ciutadella ha atravesado la delgada línea roja que puede derivar en una batalla insólita en los tribunales con efectos colaterales para la primera entidad deportiva de la ciudad. Su iniciativa, adoptada por la junta directiva que preside Katy Moll, amparada en el soporte de los escasos socios que acudieron a una de sus asambleas va a marcar un punto de inflexión cara al futuro entre el club, el consistorio y, probablemente, los ciudadanos de Ciutadella a los que representa.

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Es del todo infrecuente que una entidad deportiva acuda a la justicia ordinaria para reclamar una subvención pactada años atrás. No se recuerdan antecedentes de esta naturaleza en la Isla. La propia junta lo sabe y, probablemente por este motivo, ha operado con la máxima discreción posible, respondiendo con evasivas o negativas cuando era cuestionada al respecto. Se mire por donde se mire, es un mal trago sentar en el banquillo al Ayuntamiento de tu ciudad por más que asesores y abogados les hayan animado a hacerlo, entre otras cosas porque si finalmente hay juicio y éste favorece al club, el equipo de gobierno ya ha deslizado que no dispone de fondos para hacer efectivas las sumas reclamadas por el CV Ciutadella y deberá recortarla de otras partidas. Conociendo la fortaleza del alcalde, que ha demostrado ser impermeable a todo tipo de presiones, y las ideas claras que siempre ha trasladado a la opinión pública en éstas y otras cuestiones hay dudas razonables sobre qué tipo de consecuencias van a derivarse.

Ahora bien, el resultado del contencioso sentará una jurisprudencia en Menorca que puede abrir un camino más diáfano para todos al tiempo que deberá delimitar responsabilidades entre quienes ejecutaron equivocadamente las modificaciones en los convenios que relacionaban a entidad y ayuntamiento. El capítulo, suceda lo que suceda, ya desprende un aroma desagradable.