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Desde las esferas de poder se están lanzando continuamente mensajes en el sentido de que España saldrá pronto de la crisis gracias al esfuerzo realizado por los ciudadanos. Y no les falta razón, aunque habría que matizar que no todos los españoles han tenido que realizar el mismo sacrificio. Más que agradecimientos creo que alguien tendría que pedir perdón, ya que los efectos colaterales del crack no han sido pocos. Por ejemplo, la brecha entre ricos y pobres se ha agrandado, al tiempo que ha aumentado el número de personas que vive entre la penuria o la miseria. Ni Balears ni Menorca se salvan de esta trastienda de una sociedad que se mueve entre la indiferencia y, afortunadamente, la solidaridad.

Esta semana, la Fundación de Cajas de Ahorros ha desnudado la realidad de nuestras Islas. Mientras que en 2007 Balears era la comunidad con menor pobreza económica, en 2011 se situaba entre las cinco primeras, con una fuerte caída de la renta y el gasto familiar y un importante crecimiento de la desigualdad. Al mismo tiempo, Caritas Menorca ha puesto sobre la mesa el aumento de la población que no puede cubrir sus necesidades básicas. Uno de los tantos casos que nos han de hacer sonrojar es el número creciente de familias que no pueden pagar el recibo de la luz.

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La pobreza toca a nuestra puerta y cada vez con más fuerza. Ahora que vienen las elecciones europeas se hablará mucho de economía. De lo bien o mal que se ha hecho en el presente o en el pasado. Este debate poco o nada interesa si no se traduce en algo que alivie los bolsillos de los ciudadanos.

Sí, hemos hecho un gran esfuerzo pero a costa de la clase media y castigando duramente a los colectivos más desfavorecidos.

Así que por favor, a mí no me den más las gracias. Pidan perdón.