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Un mes antes del final de la competición el CD Menorca ha consumado su triste descenso desde la selectiva División de Honor hasta la Liga Nacional juvenil. La ilusión con la que arrancaba el proyecto capitaneado por Juan Romero hace 9 meses ha sido inversamente proporcional a la decepción que ha supuesto su trayectoria. Y es que la pérdida de la categoría era ya un hecho desde comienzos del nuevo año.

No es la primera vez que un equipo menorquín alcanza la máxima categoría nacional juvenil y queda desalojado de ella a las primeras de cambio o tras dos temporadas a lo sumo. Salvo el Atlètic de los 80 que se mantuvo varios años los equipos que le han sucedido apenas han aguantado una campaña -CE Alaior- o dos -Menorca, Penya Ciutadella y de nuevo Menorca.

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En el caso más reciente hubo deciciones erróneas en verano cuando el club probó un sinfín de jugadores foráneos y la elección no fue, a la vista de los hechos, la más acertada. Era tarea harto complicada considerando, como no se cansa de repetir el presidente, Angel Río, que a Menorca solo vienen los que no pueden ir a otro sitio. No siempre será así. Lo es también que la plantilla tuvo que renovarse por completo, sin los goleadores de antaño y su nivel no daba para esta Liga distinguida, como bien vaticinó nuestro columnista Mario Delgado poco después del arranque de la Liga.

Descendido el Menorca, y vistos los antecedentes esperaremos a un nueva generación que pugne por el ascenso aunque la estadística sea cruelmente reveladora. Ascender para descender, es lo que hay.