TW
0

El éxito de Podemos, liderado por Pablo Iglesias, en las elecciones europeas no parece que a nivel interno haya sacudido mucho los cimientos de los dos partidos mayoritarios. En mayor o menor medida, los análisis que se están haciendo, mientras se lamen las heridas, no acaban de entender realmente el sentir de la calle. Por mucho que las encuestas sociológicas llevan tiempo mostrando una fractura entre la clase política y la ciudadanía, las estructuras de las formaciones siguen anquilosadas en una forma de hacer que lo único que provoca es desafecto, y más si en los últimos años la corrupción salpica a tirios y troyanos.

En el torrente de declaraciones que se han producido desde el domingo se han dicho muchas cosas (y muchas tonterías). Una de las reflexiones recurrentes es la de tenemos que conectar más con el pueblo. Y se quedan tan anchos. ¿Cuántas veces hemos oído ese mantra?

Noticias relacionadas

Ahora todas las miradas se centran en Pablo Iglesias. Una persona que ha sabido aglutinar la indignación que ruge en la calle a partir de sus conocimientos intelectuales y capacidad de comunicación. Sin embargo, y salvando las distancias, este fenómeno mediático me ha recordado a Barack Obama y a su famoso eslogan «Yes we can» (Sí se puede) y al hábil uso de la redes sociales para movilizar el voto de los descontentos y los jóvenes (que con excepciones son reacios a participar en los comicios).

Ya no es solo que se esté resquebrajando el bipartidismo, sino que poco a poco se van incorporando al censo electoral nuevas oleadas de chavales que ven a las viejas siglas muy alejados de su realidad.

Lo único que le ha faltado a Iglesias es un Bruce Springsteen que le pusiera un himno a la campaña, tipo «Working on a Dream».