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El pasado martes a consecuencia del mal tiempo atmosférico - lluvia y bajada de temperaturas - nuestra ciudad tuvo un overbooking de visitantes, mayoritariamente turistas. Provocó que Mahón se convirtiera por la mañana en una riada de gente, paseando, comprando, consumiendo, etcétera. Todo es según el color del cristal con que se mira; gente que se quejaba de dicha invasión, por los atascos de la circulación en las entradas a nuestra ciudad, pero los que no se quejaban eran los comerciantes, ya que este día habían incrementado sus ventas. Como anécdota, había quedado con un directivo de <Es Diari> visitar a un restaurador del centro, y que este mismo martes – día del mal tiempo - al mediodía tendríamos una reunión, tuvimos que aplazarla porque le habían "invadido" los clientes la terraza y el interior del local, había llamado a su esposa para que se incorporara al trabajo, menos mal que no nos ofrecimos ayudar a servir las mesas, porque estoy convencido que nos hubiera tomado la palabra. Seguramente a más de un comerciante le encantaría que en pleno verano, un día a la semana lloviera y bajara la temperatura, hasta los del todo incluido harían un esfuerzo económico, saldrían de sus "paraísos" y consumirían gastando billetaje.

El sábado pasado por la tarde, hubo una boda Dalt la Sala; apreciado lector, normalmente te das cuenta de que se han celebrado este tipo de eventos porque cuando pasas enfrente de las escaleras del edificio municipal, hay restos de arroz o confeti; pero esta vez nada de esto, una monumental cagarada del noble bruto del carruaje que esperaba a los novios que salieran de las Casas Consistoriales, con el resto de invitados. Los clientes de la terraza del bar de la Plaza de la Constitución, tuvieron que soportar la peste de dicha "ensaimada". Mi pregunta es ¿no tienen la misma obligación los propietarios de los caballos, que la que tienen los propietarios de los perros, o sea, retirar los excrementos de la calzada? Controlar a los propietarios de los perritos, que no retiran los excrementos es muy complicado si nos los cazas in fraganti; una solución para el futuro sería: control del animalito vía ADN y a su pertinente propietario. El caso de la boda pienso que no es complicado el saber quién era el propietario del noble bruto. Tarjeta amarilla para él.

Deambulando por la ciudad, una persona que habitualmente coincidimos en la ruta matinal portuaria me comentó que en el mirador del Mercado – lugar muy concurrido por las excelentes vistas – había todo tipo de escombros, botellas de plástico, una vieja antena de TV, etcétera, también unas chanclas y unas zapatilla crocs, supongo que estos calzados los había perdido alguien que se había acercado demasiado a la barandilla, ya que tenían un buen aspecto de conservación. Tarjeta amarilla a los incívicos que se dedican a lanzar escombros a diestro y siniestro, en vez de depositarlos en los contenedores pertinentes.

Imagen matutina en sa costa de ses Voltes, un tío durmiendo a la intemperie en el parque Rochina; recomendación al tipo en cuestión, en nuestra isla hay campings, pensiones económicas o te buscas algún amigo o conocido que te dé albergue, pero lo que tenemos claro es que este tipo de turismo que tu representas no lo queremos. Te imaginas que un porcentaje de gente que nos visita lo hiciera a tu estilo, nos invadirían el parque Rochina, S´Hort Nou, plaza Explanada, etcétera, mi pregunta es ¿también usas el parque para tus necesidades fisiológicas? A este tarjeta roja.

Vatuadell cent llamps, el domingo por la mañana seguía la "ensaimada" - cagada - en el mismo sitio, parecía que no se había estufat lo suficiente para meterla en el horno. Si vivim coses veurem.