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El conseller balear de Hacienda y Presupuestos, José Vicente Marí, ha declarado en el Parlament que el Govern quiere que los ciudadanos tengan más dinero «en sus bolsillos». Era su defensa a la reforma fiscal del Ejecutivo autonómico.

Pero como todo tiene sus matices, uno se pregunta cuándo se producirá este milagro que se anuncian desde diferentes ámbitos macroeconómicos. Las declaraciones del conseller coincidían el mismo día en el que se hacían público los datos del paro (que como siempre se mueven entre el triunfalismo y las críticas a la precarización del empleo) y la lista Forbes de las grandes fortunas de España (a estos privilegiados siempre les va bien). A todo ello habría que añadir la reciente noticia de que todos los bancos españoles han aprobado los test de estrés (hablando en plata, que ya no les va tan mal).

Y en estas estamos. La mayoría esperamos tener más dinero «en nuestros bolsillos», pero lo que se mueve en las alturas está tardando en hacerse realidad.

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No hay que negar que la crisis de los últimos años nos ha sumido en un agujero del que es difícil salir. Pero lo que molesta al personal es que la situación va mejorando -si nos creemos los indicadores económicos- de forma vertical: de arriba abajo. Y de momento, a pie de calle la percepción es que no estamos para tirar cohetes de alegría.

Por ello, por mucho que nos quieran animar la realidad es la que es. El consumo no mejora. Es la pescadilla que se muerde la cola. Si la economía familiar está bajo mínimos el dinero no fluye y el colapso se prolonga en el tiempo.

Ante este panorama el comportamiento de los contribuyentes es ejemplar. Indignación, sí y mucha si añadimos la marea de los casos de corrupción.

Más pronto que tarde el pueblo hablará.