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El silencio es el reverso del ruido. ¿Cuál es más ensordecedor? Depende de nuestros sentidos y de la capacidad que tengamos de discernir qué retumba más en nuestra consciencia.

En estos momentos, estamos inmersos en una actualidad atronadora que nos sacude a diario y que oculta silencios igualmente sonoros. Los innumerables casos de corrupción o la consulta soberanista que se ha celebrado en Catalunya rugen cada día y crean indignación y sentimientos encontrados. La realidad es la que es y está bien que se genere debate y opinión en una sociedad castigada y agotada por la crisis, que genera desorientación y falta de confianza en los cimientos que nos sustentan como Estado de derecho. Si nos instalamos en este nivel hablamos, entre otras cosas, de ruido.

Pero también hay silencios que emergen a la superficie de forma cíclica y que son puyas a los oídos sordos. Éste es el caso del informe FOESSA que advierte de que casi tres de cada diez personas de Balears se halla en riesgo de pobreza y exclusión social. Son víctimas que incomodan, que dejan al descubierto las vergüenzas de un sistema económico que golpea al más débil y que permanece involuntariamente oculto bajo la alfombra de futuro prometedor.

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¿Cuántos pobres hay? No lo sabemos, pero organizaciones como Caritas atienden a un colectivo numeroso que está en el límite y que a duras penas sobrevive gracias a la solidaridad y la cohesión familiar.

El informe FOESSA ha dado la voz de alarma. Mientras la pobreza forme parte de una realidad silenciosa sin resolver, será un fracaso colectivo.