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Negativo y poco, o nada, positivo para las Islas. Es la conclusión a la que llego tras las declaraciones del ministro de Economía realizadas el lunes en Palma y que tienen consecuencias desde Formentera a Menorca, pasando por el resto del Archipiélago. Parece que importamos poco para la metrópoli. Y no es un caso excepcional. Históricamente vivimos en un olvido e incomprensión de lo que significa vivir en este territorio fragmentado y tan cerca pero tan lejos de la Península.

Luis de Guindos, que junto a Mariano Rajoy recogen aplausos internacionales por la austeridad y sacrificio como receta a la crisis, se escudó en que la recuperación de la economía española beneficiará también a Balears. Y ahí se plantó. Nada de nada sobre la singularidad y los problemas de insularidad. Fueron 15 minutos de una conferencia trufada de triunfalismo. El mismo mensaje aquí que en Mérida.

Ya en el coloquio posterior, a la insistencia de los inconvenientes y dificultades de vivir rodeados por el mar, la respuesta fue: «Hay que tener una visión de equilibrio general» (?). Y más de lo mismo a la demanda de la rebaja del IVA turístico (nuestra principal industria): «Tengo una visión más global que sectorial»

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(?). Pues eso, no, no y no.

Y todo poco después de que José Ramón Bauzá anunciara que reclamará al Estado el dinero pendiente de las inversiones estatutarias. Porque seguimos sin noticias del nuevo Régimen Especial (REB) y de un sistema de financiación autonómica que corrija las desigualdades que padecemos.

Visto lo visto, tanto el PP como antes del PSOE, parece que no existe una intención de solucionar estos temas que condicionan nuestro desarrollo.

Estamos a poco menos de hora y media de Madrid (cuando hay vuelos), pero la realidad es que nos ignoran. Es lo que hay.