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El 4 de julio, el mismo día en que los Estados Unidos celebran históricamente su separación del Imperio Británico, dimitió el entonces alcalde José María de Sintas y empezó a reescribirse el epílogo de un mandato que, para variar siempre que gobierna el PP en Ciutadella, ha sido especialmente accidentado. Los vaivenes en la planificación, la caótica gestión de algunas infraestructuras, las sonoras quejas del alcalde y los desencuentros internos entre concejales del mismo equipo que hace cuatro años apenas se conocían se han multiplicado desde entonces. Y no han cesado ni hasta cuatro días antes de la campaña, cuando la abrupta retirada de delegaciones a las dos primeras tenientes de alcalde y el anuncio del antiguo primer edil de que causará baja de militancia en el partido, han reavivado aún más el enfrentamiento, con el presidente del PP, Pedro Gener, convertido en la diana de ambos bandos.

Tamaña herencia, más la inesperada irrupción de la Fiscalía Anticorrupción de nuevo en puertas de las elecciones y el acuerdo de última hora, que cede Can Saura al Ministerio de Justicia pese al empeño del nuevo candidato en darle un uso cultural, juegan en contra del doble objetivo de Juanjo Pons de convertirse en alcalde y revalidar la mayoría, a poder ser absoluta, para el PP. Tampoco la tendencia, claramente a la baja, de los populares en las encuestas de ámbito nacional alimenta en exceso la esperanza de su candidatura, que se debate entre marcar distancias con la UPCM de Joan Triay, considerado por un amplio sector como un incómodo compañero de viaje por condicionar en exceso el programa, o buscarle como socio necesario de una eventual investidura en minoría.

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El flirteo de Triay con el pujante Partido para la Ciudadanía de Albert Rivera, al que pretende afiliarse tras las elecciones, y el renacer -a través del PI- del grupo centrista de Pau Lluch, que ostentó la alcaldía en el mandato menos convulso de los últimos veinte años, amenazan con restar votos al PP. Pero también al PSOE que, recompuesto a duras penas de la fractura interna del proceso de primarias que alejó a Joana Barceló y a veteranos militantes de la candidatura, se juega un todo o nada de renovación de la mano de Noemí Camps, la concejal más joven de la actual corporación municipal.

El PSM, que en 2011 se quedó ya a escasamente un centenar de votos de superarle en las urnas, apunta en caso de lograrlo a la alcaldía, y con Joana Gomila erigida en eventual líder de una coalición de izquierdas, siempre que la novel agrupación de Gent x Ciutadella obtenga representación institucional. Nati Benejam es la cabeza visible de los Podemos locales que, con el apoyo de EU, sigue la corriente a favor que marcan las encuestas a nivel nacional y pregona las consultas populares. Con o sin ellos, el nuevo Ayuntamiento se parecerá poco al que dejó De Sintas el 4 de julio.