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Hace unos diez años visité la ciudad de Oviedo, junto varios compañeros del Consistorio mahonés, para comprobar in situ como una población del territorio español se distinguía por ser ejemplo de limpieza y el aseo urbano, actuaciones y mejoras de la gestión de los residuos, entre otras cosas. Nos quedamos impresionados de ver como uno de los objetivos principales se cumplían a rajatabla, hablamos de la limpieza en general, como conseguían mantener las calles impecables – ni un papel, ni una colilla, ni un chicle en el suelo -, los jardines preciosos, durante el día no había ni un contenedor de basura en la ciudad, los depositaban al atardecer – un horario para depositar basuras – y los recogían por la noche, las fachadas en general muy bien cuidadas. Todo ello gracias a las acciones de los mandamases municipales y la colaboración imprescindible de los vecinos.

Este viaje me vino a la memoria cuando el pasado domingo, bajando por la Costa de ses Voltes, costumbre habitual dominical para embarcar en el catamarán amarillo que nos traslada a la Illa del Rei, cruzo los jardines del parque Rochina y una imagen patética, los restos del botellón de la noche anterior esparcidos por estos preciosos jardines…Los culpables son, los que dejan las botellas y vasos vacíos en un lugar urbano y la falta de vigilancia para evitarlo… Supongo que hay una ordenanza que lo prohíbe, el consumo de alcohol es malo y las imágenes son patéticas, al consumirlo y ver los restos abandonados.

Al atardecer de este mismo domingo, tuve un presentimiento, mochila y máquina de fotografiar al canto y destino a sa costa de na Gilda, perdón, sa Costa de ses Voltes.

Vatuadell cent llamps, a las ocho des fosquet la misma imagen, o sea, la de los restos del botellón seguían en el mismo sitio sin que nadie los hubiera retirado, para evitar la penosa imagen del parque Rochina.

El lunes por la tarde, en calle de Ses Moreras sentado en la terraza de un bar de esta céntrica calle peatonal mahonesa, podía contemplar como varias papeleras estaban a rebosar y a los peatones les era imposible depositar papeles, vasos de plástico, etcétera, me pregunto, al menos durante la temporada estival, unos vaciados extras de dichas papeleras, ayudarían a mantener nuestras calles sin papeles, ni colillas, ni chicles…Cuando lo comentaba con un amigo, que había sido regidor de los que mandaban en nuestro Ajuntament, me dice: «Vine aquí mateix an es cap de cantó des carrer de sa Lluna i veurás un armari metàlic ¿d´electricitat, de comunicació,? que tothom qui pase contempla aquesta penosa imatge urbana, ple de pintades i cartells aferrats».

Volvemos a Oviedo ya que el pasado año 2014 le concedieron la sexta escoba de platino, además en sus vitrinas tiene varias escobas de oro y de plata. Apreciado lector, entre tú y yo, pienso que a nuestra ciudad no le concederán ninguna escoba de metal precioso y teniendo en cuenta lo que hemos comentado anteriormente, podría ser que nos otorgaran alguna granera de bruc.