Es Mercadal acogió el encuentro alumnos-empresarios organizado por el Cercle d'Economia. Foto Gemma Andreu

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Cinco voces que desvelaron la experiencia de sus trayectorias empresariales en distintos sectores de la economía menorquina, presentadas por el doctor Antoni Riera, catedrático de Economía Aplicada de la UIB; Joan Moliner, de Agroilla; Jesús Esparza, director de Quesería Menorquina; Julio de Olives, director del Grupo Mascaró (calzado); José Guillermo Díaz Montañés, presidente de Artiem Hotels; y Marcos Martín, cofundador de Menorca Millennials. Frente a ellos, 250 alumnos de Bachillerato de los institutos de Secundaria de la Isla. Este fue el formato escogido por el Cercle d'Economia de Menorca para propiciar un diálogo abierto entre emprendedores y estudiantes.

Los 1.584 millones de euros en bienes y servicios que generó el PIB de Menorca el 2015 y las isobaras de la economía insular suscitaron una viva reflexión con una triple reivindicación: empresarios con liderazgo, mano de obra bien formada y producir de forma más eficiente para incrementar la competitividad. Retos y dificultades, como la estacionalidad del turismo; el desafío de transformar materias primas y manufacturar en una Isla, y los costes del transporte hallan respuesta en la cooperación que revaloriza el producto local.

Es Mercadal acogió el encuentro alumnos-empresarios organizado por el Cercle d'Economia. Foto Gemma Andreu

Para la nueva generación de nativos digitales -lo son todos los alumnos de 16 y 17 años reunidos ayer en la Sala Multifuncional de Es Mercadal- que ya no leen, lo importante son las emociones y vivir las experiencias. Porque ya no se trata tanto de vender zapatos como de satisfacer los deseos de los clientes. La marca posiciona, transmite valores e imagen. La revolución viene a través de la red de redes, pero no todo empieza y acaba en internet. Para que los adolescentes menorquines sean parte del cambio que no cesa, no pueden tener miedo al fracaso. Equivocarse equivale a aprender y evitar la repetición de errores.

No es época de cambios, sino de cambio de época, lo que exige visión a largo plazo para asimilar las transformaciones demográficas, medioambientales, y tecnológicas y su impacto en el trabajo, las relaciones personales y laborales. Creer significa marcar objetivos; capacidad de liderazgo, y formar equipos humanos cohesionados, el principal activo de las empresas.

Tiempo, valor y marca. Todo va muy rápido. El futuro de Menorca pasa por la capacidad de los menorquines y los emprendedores de base tecnológica para dar valor a la marca 'Menorca'. Ya hemos entrado en el mundo de las startups; aparecemos en el «Financial Times;» y las ideas circulan a través del cable. Aquí hay poco ruido mental para pensar bien, que es una magnífica inversión. Todo ello con sectores hiperregulados, con 600 normas, unas aceptables, otras arcaicas.

Los jóvenes menorquines saben que marcharán, se formarán y regresarán para después crear y construir el futuro de la Isla.